(…) cuando no tenemos a Dios en el centro de nuestra relación, seguramente fallará.
Hoy en día vemos a personas que se involucran en relaciones sentimentales y después de un tiempo terminan.
Algo aún más común, es que existen personas que no quieren tener ningún compromiso serio. Se ha convertido en algo «normal» en nuestra sociedad que, aquellos que están en una relación por mucho tiempo sean vistos como extraños y muchos, incluso, llegan a decirles: «oh, eso no va a durar mucho». Muchos han renunciado al amor y creen que el amor verdadero no existe, eso simplemente no es cierto.
El verdadero amor todavía existe, pero no es así como creemos que es. Por eso es que muchos fallan cuando se trata del amor. Están esperando que la persona perfecta venga y resuelva toda su vida e incluso pueden encontrar a esa persona «perfecta», pero una vez que ella comete el más mínimo error, se acabó la ilusión.
La verdad es que nunca habrá esa persona «perfecta», por la única razón de que ningún ser humano es capaz de ser perfecto y no cometer errores. Cuando pensamos así, lo estamos haciendo con nuestro corazón y no con nuestra mente.
Cuando pensamos en el amor, ¿cuál es la primera imágen que viene a su cabeza? Si dijo el corazón, tiene razón. El corazón siempre está asociado a nuestros sentimientos. Pero, ahí es donde está el problema; cuando tenemos que tomar ciertas decisiones en nuestra vida, dejamos que nuestro corazón se haga cargo.
La verdad es que cuando no tenemos a Dios en el centro de nuestra relación, seguramente fallará. Dios es el «pegamento» que mantiene juntas a dos personas imperfectas. Nada es imposible cuando ponemos nuestra fe en Dios y dejamos de usar nuestros corazones y comenzamos a usar nuestra mente.
(…) El verdadero amor todavía existe, pero no es así como creemos que es…
El alcohol y los problemas, casi me llevan a perder mi matrimonio
Por causa del alcohol y la clase de vida que llevaba, estuve a punto de perder mi matrimonio. Eran tantos los problemas; incluso mi vida financiera estaba de mal en peor. En búsqueda de una solución acudí a los brujos, pero en vez de mejorar mi situación, empeoró aún más. No sabía qué más hacer.
Participando y perseverando, fue como comprendí que el Poder de la fe depositada en Dios puede mover cualquier montaña. Hoy soy un hombre diferente porque he logrado ser libre del vicio del alcohol y de todos los problemas que me ataban a ser infeliz.
Durante todo este tiempo que he conocido del Poder de Dios, he logrado comprender que sin la Presencia de Él, nada lograría obtener.
Mi vida está bendecida, porque Dios restauró mi matrimonio, mi vida financiera y obtuve la paz interior que tanto necesitaba tener dentro de mí. Hoy, la relación con mi esposa va de maravilla y está más fuerte que nunca, además, decidimos renovar nuestros votos de amor.
•• Francisco J. Rios y esposa