Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Jueces 20
1 Entonces salieron todos los hijos de Israel, desde Dan hasta Beerseba, incluyendo la tierra de Galaad, y la congregación se reunió al Señor como un solo hombre en Mizpa.
2 Y los jefes de todo el pueblo, de todas las tribus de Israel, tomaron su puesto en la asamblea del pueblo de Dios, cuatrocientos mil soldados de a pie que sacaban espada.
3 (Y los hijos de Benjamín oyeron que los hijos de Israel habían subido a Mizpa.) Y los hijos de Israel dijeron: Decidnos, ¿cómo ocurrió esta maldad?
4 Entonces el levita, marido de la mujer que había sido asesinada, respondió y dijo: Vine con mi concubina a pasar la noche en Guibeá de Benjamín.
5 Mas los hombres de Guibeá se levantaron contra mí, y rodearon la casa por la noche por causa mía. Tenían intención de matarme; pero en vez de esto, violaron a mi concubina de tal manera que murió.
6 Tomé entonces a mi concubina, la corté en pedazos y la envié por todo el territorio de la heredad de Israel; porque han cometido lascivia e infamia en Israel.
7 He aquí, todos vosotros, hijos de Israel, dad aquí vuestro parecer y consejo.
8 Entonces todo el pueblo se levantó como un solo hombre, diciendo: Ninguno de nosotros irá a su tienda, ni ninguno de nosotros volverá a su casa.
9 Y ahora esto es lo que haremos a Guibeá: subiremos contra la ciudad por sorteo;
10 tomaremos diez hombres de cada cien por todas las tribus de Israel, y cien de cada mil, y mil de cada diez mil para proveer víveres para el pueblo, para que cuando vayan a Guibeá de Benjamín los castiguen por toda la infamia que han cometido en Israel.
11 Así se juntaron contra la ciudad todos los hombres de Israel, como un solo hombre.
12 Entonces las tribus de Israel enviaron hombres por toda la tribu de Benjamín, diciendo: ¿Qué es esta infamia que se ha cometido entre vosotros?
13 Ahora pues, entregad a los hombres, los hombres perversos en Guibeá, para que les demos muerte y quitemos esta infamia de Israel. Pero los hijos de Benjamín no quisieron escuchar la voz de sus hermanos, los hijos de Israel.
14 Y los hijos de Benjamín, de sus ciudades, se reunieron en Guibeá para salir a combatir contra los hijos de Israel.
15 Y de las ciudades fueron contados en aquel día, de los hijos de Benjamín, veintiséis mil hombres que sacaban espada, además de los habitantes de Guibeá que fueron contados, setecientos hombres escogidos.
16 De toda esta gente, setecientos hombres escogidos eran zurdos; capaces cada uno de lanzar con la honda una piedra a un cabello sin errar.
17 Entonces los hombres de Israel, fuera de Benjamín, fueron contados, cuatrocientos mil hombres que sacaban espada; todos estos eran hombres de guerra.
18 Los hijos de Israel se levantaron, subieron a Betel, y consultaron a Dios, y dijeron: ¿Quién de nosotros subirá primero a pelear contra los hijos de Benjamín? Entonces el Señor dijo: Judá subirá primero.
19 Los hijos de Israel se levantaron por la mañana y acamparon contra Guibeá.
20 Y los hombres de Israel salieron a combatir contra Benjamín, y los hombres de Israel se pusieron en orden de batalla contra ellos en Guibeá.
21 Pero los hijos de Benjamín salieron de Guibeá y derribaron por tierra en aquel día veintidós mil hombres de Israel.
22 Pero el pueblo, los hombres de Israel, se reanimaron, y se pusieron otra vez en orden de batalla en el lugar donde se habían puesto el primer día.
23 Y subieron los hijos de Israel y lloraron delante del Señor hasta la noche, y consultaron al Señor, diciendo: ¿Nos acercaremos otra vez para combatir contra los hijos de mi hermano Benjamín? Y el Señor dijo: Subid contra él.
24 Entonces los hijos de Israel fueron contra los hijos de Benjamín el segundo día.
25 Y salió Benjamín de Guibeá contra ellos el segundo día y otra vez hizo caer dieciocho mil hombres de los hijos de Israel; todos éstos sacaban espada.
26 Todos los hijos de Israel y todo el pueblo subieron y vinieron a Betel y lloraron; y permanecieron allí delante del Señor y ayunaron ese día hasta la noche. Y ofrecieron holocaustos y ofrendas de paz delante del Señor.
27 Y consultaron los hijos de Israel al Señor (porque el arca del pacto de Dios estaba allí en aquellos días,
28 y Finees, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, estaba delante de ella para ministrar en aquellos días), diciendo: ¿Volveré a salir otra vez a combatir contra los hijos de mi hermano Benjamín, o desistiré? Y el Señor dijo: Subid, porque mañana lo entregaré en tu mano.
29 Puso, pues, Israel emboscadas alrededor de Guibeá.
30 Los hijos de Israel subieron contra los hijos de Benjamín al tercer día, y se pusieron en orden de batalla contra Guibeá como las otras veces.
31 Y salieron los hijos de Benjamín contra el pueblo, siendo alejados de la ciudad; y comenzaron como las otras veces a herir y a matar a algunos del pueblo por los caminos, uno de los cuales sube a Betel y el otro a Guibeá, en campo abierto; mataron a unos treinta hombres de Israel.
32 Y los hijos de Benjamín dijeron: Están derrotados delante de nosotros como la primera vez. Pero los hijos de Israel dijeron: Huyamos para que los alejemos de la ciudad hacia los caminos.
33 Entonces todos los hombres de Israel se levantaron de sus puestos y se pusieron en orden de batalla en Baal-tamar; y los emboscados de Israel salieron de sus puestos, de Maareh-geba.
34 Cuando diez mil hombres escogidos de todo Israel fueron contra Guibeá, la batalla se hizo reñida; pero Benjamín no sabía que el desastre se le acercaba.
35 Y el Señor hirió a Benjamín delante de Israel, de modo que los hijos de Israel destruyeron ese día a veinticinco mil cien hombres de Benjamín, todos los que sacaban espada.
36 Y los hijos de Benjamín vieron que estaban derrotados. Cuando los hombres de Israel cedieron terreno a Benjamín porque confiaban en las emboscadas que habían puesto contra Guibeá,
37 los emboscados se apresuraron y se lanzaron contra Guibeá, y se desplegaron e hirieron toda la ciudad a filo de espada.
38 Y fue la señal convenida entre los hombres de Israel y los emboscados, que ellos harían que se levantara una gran nube de humo de la ciudad.
39 Entonces los hombres de Israel regresaron a la batalla, y Benjamín empezó a herir y matar a unos treinta hombres de Israel, porque dijeron: Ciertamente están derrotados delante de nosotros como en la primera batalla.
40 Pero cuando la nube de humo como columna empezó a levantarse de la ciudad, Benjamín miró tras sí; y he aquí, de toda la ciudad subía humo al cielo.
41 Entonces los hombres de Israel se volvieron, y los hombres de Benjamín se aterrorizaron porque vieron que el desastre se les acercaba.
42 Por tanto, volvieron la espalda ante los hombres de Israel en dirección al desierto, pero la batalla los alcanzó, y los que salían de las ciudades los destruían en medio de ellos.
43 Cercaron a Benjamín, lo persiguieron sin tregua y lo aplastaron frente a Guibeá, hacia el oriente.
44 Cayeron dieciocho mil hombres de Benjamín; todos ellos eran valientes guerreros.
45 Y los demás se volvieron y huyeron al desierto, a la peña de Rimón, pero capturaron a cinco mil de ellos en los caminos, y a otros los persiguieron muy de cerca hasta Gidom y mataron[ a dos mil de ellos.
46 El total de los de Benjamín que cayeron aquel día fue de veinticinco mil hombres que sacaban espada, todos ellos valientes guerreros.
47 Pero seiscientos hombres se volvieron y huyeron al desierto, a la peña de Rimón, y permanecieron en la peña de Rimón cuatro meses.
48 Entonces los hombres de Israel se volvieron contra los hijos de Benjamín y los hirieron a filo de espada, a toda la ciudad, así como el ganado y todo lo que encontraron; también prendieron fuego a todas las ciudades que hallaron.
Hechos 24
1 Cinco días más tarde el sumo sacerdote Ananías descendió con algunos ancianos y con un abogado llamado Tértulo; y presentaron al gobernador sus cargos contra Pablo.
2 Después que llamaron a Pablo, Tértulo comenzó a acusarlo, diciendo al gobernador: Ya que por ti hemos obtenido mucha paz, y que por providencia tuya se están llevando a cabo reformas en favor de esta nación,
3 nosotros, por todos los medios y en todas partes, reconocemos esto con profunda gratitud, oh excelentísimo Félix.
4 Pero para no importunarte más, te suplico que, con tu habitual bondad, nos concedas una breve audiencia.
5 Pues hemos descubierto que este hombre es verdaderamente una plaga, y que provoca disensiones entre todos los judíos por el mundo entero, y es líder de la secta de los nazarenos.
6 Hasta trató de profanar el templo; entonces lo arrestamos y quisimos juzgarlo conforme a nuestra ley.
7 Pero interviniendo el comandante Lisias, con gran violencia lo quitó de nuestras manos,
8 mandando a sus acusadores que vinieran a ti. Si tú mismo lo interrogas sobre todo lo que he dicho, podrás confirmar las cosas de que lo acusamos.
9 Los judíos se unieron también a la acusación, asegurando que, efectivamente, así era todo.
10 Después que el gobernador le hizo una señal para que hablara, Pablo respondió: Sabiendo que por muchos años tú has sido juez de esta nación, con gusto presento mi defensa,
11 puesto que tú puedes comprobar el hecho de que no hace más de doce días que subí a Jerusalén a adorar.
12 Y ni en el templo, ni en las sinagogas, ni en la ciudad misma me encontraron discutiendo con nadie o provocando un tumulto.
13 Ni tampoco pueden probarte de lo que ahora me acusan.
14 Pero esto admito ante ti, que según el Camino que ellos llaman secta, yo sirvo al Dios de nuestros padres, creyendo todo lo que es conforme a la ley y que está escrito en los profetas;
15 teniendo la misma esperanza en Dios que éstos también abrigan, de que ciertamente habrá una resurrección tanto de los justos como de los impíos.
16 Por esto, yo también me esfuerzo por conservar siempre una conciencia irreprensible delante de Dios y delante de los hombres.
17 Y, después de varios años, he venido para traer limosnas a mi nación y a presentar ofrendas;
18 haciendo lo cual me encontraron en el templo, después de haberme purificado, no con multitud ni con alboroto. Pero estaban allí ciertos judíos de Asia,
19 y que deberían haberse presentado aquí ante ti y acusarme si tuvieran algo contra mí.
20 O si no, que éstos mismos digan qué delito encontraron cuando comparecí ante el concilio,
21 a no ser por esta sola declaración que hice en alta voz mientras estaba entre ellos: “Por la resurrección de los muertos soy juzgado hoy ante vosotros.”
22 Entonces Félix, conociendo con mayor exactitud acerca del Camino, pospuso el fallo, diciendo: Cuando venga el comandante Lisias decidiré vuestro caso.
23 Y dio órdenes al centurión de que guardara a Pablo bajo custodia, pero con alguna medida de libertad, y que no impidiera a ninguno de sus amigos que lo sirvieran.
24 Pero pocos días más tarde, llegó Félix con Drusila su mujer, que era judía, y mandó traer a Pablo y lo oyó hablar acerca de la fe en Cristo Jesús.
25 Y al disertar Pablo sobre la justicia, el dominio propio y el juicio venidero, Félix, atemorizado dijo: Vete por ahora, pero cuando tenga tiempo te mandaré llamar.
26 Al mismo tiempo, tenía esperanza de que Pablo le diera dinero; por eso acostumbraba llamarlo con frecuencia y conversar con él.
27 Pero transcurridos dos años, Porcio Festo llegó como sucesor de Félix, y deseando hacer un favor a los judíos, Félix dejó preso a Pablo.
Jeremías 34
1 Palabra que vino a Jeremías de parte del Señor, cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, y todo su ejército y todos los reinos de la tierra que estaban bajo su dominio y todos los pueblos peleaban contra Jerusalén y contra todas sus ciudades, diciendo:
2 Así dice el Señor, Dios de Israel: “Ve y habla a Sedequías, rey de Judá, y dile: ‘Así dice el Señor: “He aquí, yo entrego esta ciudad en manos del rey de Babilonia, y él le prenderá fuego.
3 “Y tú no escaparás de su mano, sino que ciertamente serás capturado y entregado en su mano; tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y él te hablará cara a cara, y a Babilonia irás.”’”
4 Sin embargo, oye la palabra del Señor, oh Sedequías, rey de Judá. Así dice el Señor acerca de ti: “No morirás a espada;
5 en paz morirás. Como quemaron especias por tus padres, los reyes anteriores que te precedieron, así quemarán especias por ti, y con ‘¡Ay, señor!’ harán lamento por ti”: Porque yo he hablado la palabra —declara el Señor.
6 Entonces habló el profeta Jeremías a Sedequías, rey de Judá, todas estas palabras en Jerusalén
7 mientras el ejército del rey de Babilonia peleaba contra Jerusalén y contra todas las ciudades que quedaban en Judá, es decir, Laquis y Azeca, pues sólo éstas quedaban como ciudades fortificadas entre las ciudades de Judá.
8 Palabra que vino a Jeremías de parte del Señor, después que el rey Sedequías había hecho un pacto con todo el pueblo que había en Jerusalén para proclamarles libertad:
9 que cada uno debía poner en libertad a su siervo y a su sierva hebreos, para que nadie retuviera a un judío, hermano suyo, en servidumbre.
10 Y obedecieron todos los oficiales y todo el pueblo que habían entrado en el pacto, de que cada uno dejara en libertad a su siervo y cada uno a su sierva, de modo que nadie los mantuviera más en servidumbre; obedecieron y los pusieron en libertad.
11 Pero después se arrepintieron y volvieron a tomar a los siervos y a las siervas a quienes habían dejado en libertad, y los redujeron a servidumbre como siervos y como siervas.
12 Entonces vino la palabra del Señor a Jeremías, diciendo:
13 Así dice el Señor, Dios de Israel: “Yo hice un pacto con vuestros padres el día que los saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre, diciendo:
14 ‘Al cabo de siete años cada uno de vosotros pondrá en libertad al hermano hebreo que le fue vendido y que le ha servido por seis años, y lo enviará libre de junto a sí; pero vuestros padres no me escucharon, ni inclinaron su oído.
15 ‘Aunque recientemente os habíais arrepentido y habíais hecho lo que es recto ante mis ojos, cada uno proclamando libertad a su prójimo, habiendo hecho un pacto delante de mí en la casa que es llamada por mi nombre,
16 ahora os habéis vuelto atrás y profanado mi nombre, y cada uno ha tomado de nuevo a su siervo y cada uno a su sierva, a quienes habíais dejado libres según su deseo, y los habéis reducido a servidumbre como siervos y como siervas.’”
17 Por tanto, así dice el Señor: “Vosotros no me habéis obedecido proclamando libertad cada uno a su hermano y cada uno a su prójimo. He aquí, proclamo contra vosotros libertad” —declara el Señor— “a la espada, a la pestilencia y al hambre; y haré de vosotros motivo de espanto para todos los reinos de la tierra.
18 “Y entregaré a los hombres que han transgredido mi pacto, que no han cumplido las palabras del pacto que hicieron delante de mí, cuando cortaron en dos el becerro y pasaron entre los pedazos,
19 a los oficiales de Judá, a los oficiales de Jerusalén, a los oficiales de la corte, a los sacerdotes y a todo el pueblo de la tierra que pasaron entre los pedazos del becerro;
20 y los entregaré en manos de sus enemigos y en manos de los que buscan su vida. Sus cadáveres servirán de comida para las aves del cielo y para las bestias de la tierra.
21 “Y a Sedequías, rey de Judá, y a sus oficiales los entregaré en manos de sus enemigos, en manos de los que buscan su vida y en manos del ejército del rey de Babilonia, que se ha retirado de vosotros.
22 “He aquí, daré órdenes” —declara el Señor— “y los haré volver a esta ciudad, y pelearán contra ella, la tomarán y le prenderán fuego; y haré de las ciudades de Judá una desolación sin habitantes.”