Conocer la Biblia es muy importante para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
2° Samuel 22
1 Habló David las palabras de este cántico al Señor el día que el Señor lo libró de la mano de todos sus enemigos y de la mano de Saúl.
2 Y dijo: El Señor es mi roca, mi baluarte y mi libertador;
3 mi Dios, mi roca en quien me refugio; mi escudo y el cuerno de mi salvación, mi altura inexpugnable y mi refugio; salvador mío, tú me salvas de la violencia.
4 Invoco al Señor, que es digno de ser alabado, y soy salvo de mis enemigos.
5 Las ondas de la muerte me cercaron, los torrentes de iniquidad me atemorizaron;
6 los lazos del Seol me rodearon, las redes de la muerte surgieron ante mí.
7 En mi angustia invoqué al Señor, sí, clamé a mi Dios; desde su templo oyó mi voz, y mi clamor llegó a sus oídos.
8 Entonces la tierra se estremeció y tembló, los cimientos de los cielos temblaron y fueron sacudidos, porque El se indignó.
9 Humo subió de su nari, y el fuego de su boca consumía; carbones fueron por él encendidos.
10 Inclinó también los cielos, y descendió con densas tinieblas debajo de sus pies.
11 Cabalgó sobre un querubín, y voló; y apareció sobre las alas del viento.
12 De tinieblas hizo pabellones a su alrededor, abundantes aguas, densos nubarrones.
13 Del fulgor de su presencia ascuas de fuego se encendieron.
14 Tronó el Señor desde los cielos, y el Altísimo dio su voz.
15 Y envió saetas, y los dispersó, relámpagos, y los confundió.
16 Entonces los abismos del mar aparecieron, los cimientos del mundo quedaron al descubierto, por la reprensión del Señor, por el soplo del aliento de su nariz.
17 Extendió la mano desde lo alto y me tomó; me sacó de las muchas aguas.
18 Me libró de mi poderoso enemigo, de los que me aborrecían, pues eran más fuertes que yo.
19 Se enfrentaron a mí el día de mi infortunio, mas el Señor fue mi sostén.
20 También me sacó a un lugar espacioso; me rescató, porque se complació en mí.
21 El Señor me ha premiado conforme a mi justicia; conforme a la pureza de mis manos me ha recompensado.
22 Porque he guardado los caminos del Señor, y no me he apartado impíamente de mi Dios.
23 Pues todas sus ordenanzas estaban delante de mí, y en cuanto a sus estatutos, no me aparté de ellos.
24 También fui íntegro para con El, y me guardé de mi iniquidad.
25 Por tanto el Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a mi pureza delante de sus ojos.
26 Con el benigno te muestras benigno, con el hombre íntegro te muestras íntegro;
27 con el puro eres puro, y con el perverso eres sagaz.
28 Salvas al pueblo afligido, pero tus ojos están sobre los altivos a quienes tú humillas.
29 Porque tú eres mi lámpara, oh Señor; el Señor alumbra mis tinieblas.
30 Pues contigo aplastaré ejércitos, con mi Dios escalaré murallas.
31 En cuanto a Dios, su camino es perfecto; acrisolada es la palabra del Señor; El es escudo a todos los que a El se acogen.
32 Pues ¿quién es Dios, fuera del Señor? ¿Y quién es roca, sino sólo nuestro Dios?
33 Dios es mi fortaleza poderosa, y el que pone al íntegro en su camino.
34 El hace mis pies como de ciervas, y me afirma en mis alturas.
35 El adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar el arco de bronce.
36 Tú me has dado también el escudo de tu salvación, y tu ayuda me engrandece.
37 Ensanchas mis pasos debajo de mí, y mis pies no han resbalado.
38 Perseguí a mis enemigos y los destruí, y no me volví hasta acabarlos.
39 Los he consumido y los he destrozado, y no pudieron levantarse; cayeron debajo de mis pies.
40 Pues tú me has ceñido con fuerza para la batalla; has subyugado debajo de mí a los que contra mí se levantaron.
41 También has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas, y destruí a los que me odiaban.
42 Clamaron, mas no hubo quién los salvara; aun al Señor clamaron, mas no les respondió.
43 Entonces los pulvericé, como polvo de la tierra, como lodo de las calles los trituré y los pisé.
44 Tú me has librado también de las contiendas de mi pueblo; me has guardado para ser cabeza de naciones; pueblo que yo no conocía me sirve.
45 Los extranjeros me fingen obediencia, al oírme, me obedecen.
46 Los extranjeros desfallecen, y salen temblando de sus fortalezas.
47 El Señor vive, bendita sea mi roca, y ensalzado sea Dios, roca de mi salvación,
48 el Dios que por mí hace venganza, y hace caer pueblos debajo de mí;
49 el que me libra de mis enemigos. Tú me exaltas sobre los que se levantan contra mí; me rescatas del hombre violento.
50 Por tanto, te alabaré, oh Señor, entre las naciones, y cantaré alabanzas a tu nombre.
51 El es torre de salvación a su rey, y muestra misericordia a su ungido, a David y a su descendencia para siempre.
Gálatas 2
1 Entonces, después de catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también a Tito.
2 Subí por causa de una revelación y les presenté el evangelio que predico entre los gentiles, pero lo hice en privado a los que tenían alta reputación, para cerciorarme de que no corría ni había corrido en vano.
3 Pero ni aun Tito, que estaba conmigo, fue obligado a circuncidarse, aunque era griego.
4 Y esto fue por causa de los falsos hermanos introducidos secretamente, que se habían infiltrado para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, a fin de someternos a esclavitud,
5 a los cuales ni por un momento cedimos, para no someternos, a fin de que la verdad del evangelio permanezca con vosotros.
6 Y de aquellos que tenían reputación de ser algo (lo que eran, nada me importa; Dios no hace acepción de personas), pues bien, los que tenían reputación, nada me enseñaron.
7 Sino al contrario, al ver que se me había encomendado el evangelio a los de la incircuncisión, así como Pedro lo había sido a los de la circuncisión
8 (porque aquel que obró eficazmente para con Pedro en su apostolado a los de la circuncisión, también obró eficazmente para conmigo en mi apostolado a los gentiles),
9 y al reconocer la gracia que se me había dado, Jacobo, Pedro y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra de compañerismo, para que nosotros fuéramos a los gentiles y ellos a los de la circuncisión.
10 Sólo nos pidieron que nos acordáramos de los pobres, lo mismo que yo estaba también deseoso de hacer.
11 Pero cuando Pedro vino a Antioquía, me opuse a él cara a cara, porque era de condenar.
12 Porque antes de venir algunos de parte de Jacobo, él comía con los gentiles, pero cuando vinieron, empezó a retraerse y apartarse, porque temía a los de la circuncisión.
13 Y el resto de los judíos se le unió en su hipocresía, de tal manera que aun Bernabé fue arrastrado por la hipocresía de ellos.
14 Pero cuando vi que no andaban con rectitud en cuanto a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como los judíos, ¿por qué obligas a los gentiles a vivir como judíos?
15 Nosotros somos judíos de nacimiento y no pecadores de entre los gentiles;
16 sin embargo, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino mediante la fe en Cristo Jesús, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para que seamos justificados por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley; puesto que por las obras de la ley nadie será justificado.
17 Pero si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros hemos sido hallados pecadores, ¿es Cristo, entonces, ministro de pecado? ¡De ningún modo!
18 Porque si yo reedifico lo que en otro tiempo destruí, yo mismo resulto transgresor.
19 Pues mediante la ley yo morí a la ley, a fin de vivir para Dios.
20 Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
21 No hago nula la gracia de Dios, porque si la justicia viene por medio de la ley, entonces Cristo murió en vano.
Ezequiel 29
1 En el décimo año, el décimo mes, a los doce días del mes, vino a mí la palabra del Señor, diciendo:
2 Hijo de hombre, pon tu rostro contra Faraón, rey de Egipto, y profetiza contra él y contra todo Egipto.
3 Habla y di: “Así dice el Señor Dios: ‘He aquí, estoy contra ti, Faraón, rey de Egipto, el gran monstruo que yace en medio de sus ríos, que ha dicho: “Mío es el Nilo, yo mismo me lo hice.”
4 ‘Pondré garfios en tus quijadas, y haré que se peguen los peces de tus ríos a tus escamas; te sacaré de en medio de tus ríos, con todos los peces de tus ríos pegados a tus escamas.
5 ‘Y te abandonaré en el desierto, a ti y a todos los peces de tus ríos. Caerás en campo abierto, no serás juntado ni recogido. A las fieras de la tierra y a las aves del cielo te he dado por alimento.
6 ‘Entonces sabrán todos los habitantes de Egipto que yo soy el Señor, porque han sido sólo vara de caña para la casa de Israel.
7 ‘Cuando te tomaron en la mano, te quebraste, y desgarraste todas sus manos; y cuando se apoyaron en ti, te quebraste y les hiciste estremecer todos sus lomos.’
8 “Por tanto, así dice el Señor Dios: ‘He aquí, traeré contra ti la espada, y cortaré de ti hombres y animales.
9 ‘Y la tierra de Egipto se convertirá en desolación y ruina. Entonces sabrán que yo soy el Señor. Porque dijiste: “El Nilo es mío y yo lo he hecho”,
10 por eso, he aquí, estoy contra ti y contra tus ríos, y haré de la tierra de Egipto una ruina completa, una desolación, desde Migdol hasta Sevene y hasta la frontera de Etiopía.
11 ‘No pasará por ella pie de hombre, ni pie de animal pasará por ella, ni será habitada por cuarenta años.
12 ‘Y haré de la tierra de Egipto una desolación en medio de tierras desoladas; y sus ciudades, en medio de ciudades devastadas, estarán desoladas por cuarenta años. Dispersaré a los egipcios entre las naciones y los esparciré por las tierras.’
13 “Porque así dice el Señor Dios: ‘Al cabo de cuarenta años recogeré a los egipcios de entre los pueblos donde estaban dispersos;
14 y cambiaré la suerte de Egipto y los haré volver a la tierra de Patros, a la tierra de su origen; y allí serán un reino humilde.
15 ‘Será el más humilde de los reinos y jamás se levantará sobre las naciones; y los empequeñeceré para que no dominen a las naciones.
16 ‘Y nunca más será la confianza de la casa de Israel, al recordar la iniquidad de haber vuelto a Egipto. Entonces sabrán que yo soy el Señor Dios.’”
17 En el año veintisiete, el primer mes, el día primero del mes, vino a mí la palabra del Señor, diciendo:
18 Hijo de hombre, Nabucodonosor, rey de Babilonia, hizo que su ejército realizara una gran campaña contra Tiro; toda cabeza ha quedado calva y toda espalda desollada. Pero él y su ejército no recibieron pago de Tiro por la campaña que había realizado contra ella.
19 Por tanto, así dice el Señor Dios: He aquí, daré la tierra de Egipto a Nabucodonosor, rey de Babilonia. Se llevará sus riquezas, capturará su botín y tomará su despojo; y esto será la paga para su ejército.
20 Le he dado la tierra de Egipto por la obra que realizó contra Tiro, porque trabajaron para mí —declara el Señor Dios.
21 Aquel día haré brotar el poderío de la casa de Israel, y abriré tu boca en medio de ellos; y sabrán que yo soy el Señor.