“Diré al Señor: Él es mi Dios, mi Refugio…”
En aquellos momentos de desesperación, cuando todo parece estar fuera de control y usted se siente exhausta, como si estuviera cargando una tonelada de problemas en su cabeza, ¿que normalmente hace?
En esas horas, son muchas las personas que necesitan de un abrazo, una palabra, un hombro amigo o entonces, algo que les dé la sensación de escape, como la bebida, fiestas, redes sociales, la música, etc. Muchas llegan a pensar en desistir de todo y huir, ir a vivir a la calle, o incluso matarse. La última cosa que ellas quieren es refugiarse en Dios, infelizmente.
Dios, siendo uno Ser Superior, eterno, omnipotente y omnisciente, que habita en un lugar mucho mejor que aquí, insiste en también habitar con los contritos y humildes de espíritu, como está escrito:
“Porque así dice el Alto y Sublime que vive para siempre cuyo nombre es Santo: Habito en lo alto y santo, y también con el contrito y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los contritos.” ( Isaias 57.15)
Pero ni todos los que están pasando por problemas tienen ese espíritu humilde … por eso no consiguen sentir Su abrazo , ni oír Su voz.
El humilde de espíritu es aquel que reconoce que no es nada y necesita ayuda. Por eso el Señor lo escoge, de entre tantas personas que tal vez ni erraron tanto cuánto él, y le da ese refugio que no se compara con nada en esta vida.
Él ha sido mi refugio en las horas difíciles y puedo decir, no preciso de nada más… Él es todo lo que necesito.
En la fe y en el Escondrijo del Altísimo.