A veces nos encontramos en un torbellino que parece no tener ninguna salida y esos días malos vienen para todos. “Y se levantó aquella noche...” Génesis 32: 22
Si usted está postrado a causa de cualquier problema que esté enfrentando, levántense, porque nadie consigue vencer caído, debe levantarse para luchar.
“… y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.” Génesis 32: 23-28
Jacob había sido bendecido en algunos aspectos, era un hombre próspero, tenía familia; sin embargo, no tenía la mayor de todas las bendiciones, la salvación, por eso vivía angustiado, sólo después que vio a Dios cara a cara y tuvo un encuentro con Él, todo su ser cambió, Dios le dio una nueva identidad cuando le cambió el nombre y nunca más fue el mismo, antes de ese encuentro, Jacob era miedoso, aprovechador, hacía trampas para obtener lo que deseaba, pero no tenía paz, ni alegría, no tenía carácter, pues el dinero no puede comprar esas cosas; a veces la persona se vuelve alguien imposible de tratar, tiene un mal carácter y quisiera cambiar pero hasta ahora no ha podido, sin embargo, un encuentro con Dios la volverá esa nueva persona, pasando a obtener la nueva vida que tanto anhela.
La campaña de Israel es una gran oportunidad de vida
“Me realicé un chequeo rutinario de mamas, en la exploración me palparon una bolita pequeña. Me diagnosticaron un pequeño tumor, en ese mismo tiempo me surgió un problema muy grande en la familia y me concentré tanto en aquella situación que me olvidé de lo que el médico me había dicho.
A causa del problema familiar empecé a sentir mucho estrés, angustia y sólo cuando el tumor creció al punto de sobresalir de la superficie de la mama fui a un hospital especializado en el tema, donde me evaluaron a través de exámenes, dándome a conocer que tenía un cáncer maligno.
A pesar de todo ese diagnóstico siempre mantuve mi fe en alto, sabiendo que para Dios nada es imposible. Aquel día, escuché a la doctora con calma, no me entristecí y seguí el tratamiento que ella me indicó; tomé medicamentos, hice quimioterapias, las cuales eran muy fuertes, pues me producían náuseas, vómito, inapetencia, incluso decaimiento y pérdida del cabello. Yo sabía que Dios estaba al control de todo, nunca dejé de asistir a las reuniones en la Iglesia, porque sabía que debía fortalecerme. Justo en esos momentos empezó la Campaña de Israel y vi en ella mi oportunidad de vencer esa enfermedad. Coloqué mi vida en el Altar, hice un voto con Dios y Él me respondió. Fui sometida a una operación y todo salió bien, hasta los médicos se sorprendieron de la manera rápida en que la herida cicatrizó y lo pronto que me recuperé sin sufrir ninguna secuela. Gracias a Dios estoy viva para contar el milagro que sucedió en mi vida, Él me restauró al punto que tuve fuerzas y disposición para trabajar aún en medio de la pandemia, de esa manera pude realizar mi trabajo con éxito y mi negocio creció.”
•• Sra. Patricia Cespedes