Uno de estos días, al ver una amistad deshacerse a causa de una simple invitación que no fue hecha (tranquila, fue en la ficción), me dio ganas de escribir sobre ello. Sé que el tema es complicado, pero me voy a esforzarme para que podamos lidiar mejor con esas posibles situaciones.
La organización de cualquier evento, ya sea grande o pequeño es muy laborioso, hasta la más simple despedida de soltera o una reunión entre amigas puede tornarse una tarea difícil.
De todas las cosas, la más difícil de hacer es la lista de invitados.
Al invitar, creo que el mejor criterio es elegir a los que queremos tener cerca, por ejemplo: aquellas personas queridas, con los que nos gusta conversar, nos gusta recibir un abrazo y servir lo mejor que podamos. Pero, la verdad sea dicha, no es siempre que el presupuesto nos permite invitar a todos.
Y entonces comienza el corte aquí, estirar allí, para seleccionar quien vendrá. En la mayoría de las veces, la matemática no ayuda. En la vida, momentos difíciles acontecen todo el tiempo, por esa razón hice una lista de algunas situaciones para que usted esté preparada.
Vamos a los “si”…
Si alguna amiga fue invitada y usted no, póngase feliz por ella. Vea con buen humor la situación, quizás no sea tan malo quedar afuera… Así usted no gasta con el regalo, con el peinado, con la ropa… jeje.
Si un día sucede que invitó a alguien para algo y luego no fue correspondida con una invitación de vuelta, no se resienta. Invitar es más que un retorno de gentileza o política. Debe haber espontaneidad, afinidad y cariño.
Si esto ocurre entre amigas cercanas puede ser molesto, pero haga siempre una lectura positiva. Además de tener razones de presupuesto, pueden existir otras, pero nada que justifique el famoso silencio o la hostilidad.
Si después del evento al que usted no fue invitada emerge una disculpa diplomática, acéptela y pase página – sin venganza, por supuesto.
Si tiene novio, y la familia de su novio no la invitó para la cena familiar, no haga de eso un drama. ¿Y si es una familia grande? Piense en aquella regla: ¡si invitas a uno, tendrás que invitar a todos!
Por último, nunca se ofrezca a ser invitada, por magnifica que sea el evento y, mucho menos aparezca allá sin haber sido invitada, ¡eso es muy feo!
Fue invitada, valorice su invitación. No haga como en la parábola contada por el Señor Jesús (Mt 22:1-14). Dios ha invitado a todos para el evento más importante de todos los tiempos: las bodas de Su Hijo. Desafortunadamente, la invitación ha sido rechazada por muchos.
Invitar significa recordar y honrar, por lo que no vale la excusa para esquivar la invitación. Sea amable y no ahorre en agradecimientos.
Me gustaría conocer su opinión: ¿a quién invitar y a quién no invitar a un evento?
Sea sincera ¿usted ya se puso triste por no haber sido invitada por alguna persona o en alguna ocasión?