Todo comenzó con síntomas gripales (tos, ebre, dolor de cabeza y disnea), los cuales empeoraron progresivamente, lo que me llevó a la sala de emergencias. Las pruebas mostraron Covid-19 y afectación pulmonar en aproximadamente el 50%, por lo que me trasladaron a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), lo que se convirtió en una lucha por mi vida.
Me hicieron una traqueotomía para facilitar la llegada de aire a los pulmones, pero tuve complicaciones que me provocaron grandes hemorragias, como resultado, tuve que recibir varias transfusiones de sangre. Los médicos le informaron a mi esposa que mis pulmones solo funcionaban porque el dispositivo me oxigenaba por completo.
‘Fue una guerra diaria entre lo que mis oídos escuchaban de los médicos y la decisión de creer que Dios haría lo imposible, expresa su esposa. Como ya asistíamos a la Iglesia Universal, mi esposa buscó a Dios todo ese tiempo. Ella entregó mi vida en las manos de Dios y Él no nos dejó desamparados. Al día siguiente del voto hecho a Dios, mis pulmones empezaron a tener signos vitales, lo que parecía imposible sucedió. Fui curado gracias a Dios.