Antes de llegar a la Iglesia Universal, mi vida era muy precaria, llegamos al punto de sólo poder tener dos comidas al día. Para cocinar mi mamá debía hacerlo con carbón o con leña, ya que no había las condiciones económicas para comprar un tanque de gas.
Vivíamos en una casa de caña y en época invernal llovía más adentro de mi casa que afuera.
Estaba enferma, sufría con dolores de cabeza constantes, iba con especialistas, pero no encontraban una causa para mi enfermedad.
Interiormente me sentía mal, era rebelde, tenía rencor hacía mis padres, ya que ellos se separaron cuando yo era muy pequeña; siempre pensaba en quitarme la vida.
Al llegar a la Iglesia Universal empecé a participar de las reuniones, fui curada de los constantes dolores de cabeza, luchando y perseverando lo IMPOSIBLE, se volvío POSIBLE, ahora tengo una vida económica estable, una familia bendecida, pero lo principal, la certeza de que Dios está conmigo por medio de Su Espíritu.
•• Srta. Katiusca Pita.