¿Sabes una cosa muy buena que me olvidé de mencionar aquí? Mi madre aprendió todo los que me enseñó con su madre. Es decir que estas preciosidades son pasadas de generación en generación. Y, en mi caso, de generación a muchas y muchas otras generaciones (¡una razón más de por qué me gustan tanto estas sonrisitas!).
El primer post fue sobre el respeto, que se entendió aún más en el segundo post, que era sobre cómo ser una buena ama de casa. Y ahora el tercer post de esta serie es sobre honrar a su marido.
Pues es así, quién lo diría, ¿no? Honrar a su marido. ¡Parece una broma para muchas! Ya puedo incluso ver a algunas frunciendo el ceño, diciendo: "¿Qué? Honrar, ¡¡¡ solo a Dios!!!"
Es interesante cómo hoy en día todo lo que es para el marido es una broma… No tenemos problemas en honrar a los hijos. Quizás el hijo está tras las rejas y la madre vive honrándolo diciendo: "Él es un buen muchacho, se involucró con malas compañías, pero tiene un corazón bueno…"
Las personas honran incluso a personas desconocidas, como las celebridades. Las siguen y las acompañan en todo y además viven elogiándolas… "¡Cómo admiro a Gisele Bündchen, es linda!"
Pero al marido no. Ah, a él no. En él solo ven lo que no sirve: esa barriga grande; el desorden que deja por donde pasa en la casa; el hecho de que no le gustan las cosas que a ella le gustan; el hecho de que casi nunca tiene diálogo con ella; y por ahí sigue.
Si la única persona en este mundo que decidió sacrificar su independencia de soltero para estar a tu lado no es digna de honra, ¿quién lo es, eh? ¿La celebridad que ni siquiera sabe de tu existencia, o el hijo al que no le importa la vergüenza que te hace pasar?
¿Y sabes cuál es la peor consecuencia de este concepto equivocado de muchas mujeres? Es que dejan de ser honradas por sus maridos también. ¿Viste ese marido que no valora a la mujer que tiene?
Probablemente él no es honrado en casa.
Crecí viendo a mi mamá honrar a mi papá. En esa época en la que él no tenía tiempo para estar con nosotros, ella decía que él estaba ayudando a las personas y por eso no podía jugar, y nosotros entendíamos muy bien, e incluso lo admirábamos. Nunca vi a mi mamá quejarse de que mi papá no tenía un momento para nosotros, aunque, al principio, eso fuera verdad. Nunca vi a mi mamá hablando mal de mi papá, ni a nosotros ni a nadie. Al contrario, ella siempre lo elogiaba delante nuestro y ante las demás personas.
¿Sabes lo que consiguió? Un marido admirable, que no solo es admirado por los hijos, sino también por millones de personas. Nosotras tenemos el marido que merecemos, amigas… piensen en eso.