“Pasaba las noches en vela, me sentía tan deprimida que llegué al punto de querer quitarme la vida, hasta que descubrí cómo tener una vida plena”.
“Recuerdo que mi sufrimiento comenzó después de una pérdida familiar, no lograba conciliar el sueño, pasaba las noches en vela, me sentía tan deprimida, llegué al punto de querer quitarme la vida.
Mi mamá preocupada por todo lo que estaba viviendo me llevó al hospital, después de practicarme distintos exámenes, me indicaron que todo estaba bien.
Al no encontrar un mal físico, fui derivada a un psiquiatra, empecé a realizar las terapias, pero nada funcionaba, por el contrario empeoré.
Mi mamá se encontraba muy desesperada por lo que me sucedía, fue entonces donde decidió llevarme a la Iglesia Universal, participamos un día viernes y al finalizar la reunión noté que me sentía muy bien, gracias a Dios los pensamientos de quitarme la vida cesaron, por las noches no tengo dificultad para conciliar el sueño, tengo paz y soy muy feliz”, indica Geovana.