Mi madre me dio la vida, pero no cuidó de mí. Ella me abandonó y fui a vivir en un orfanato en Araucaria (PR). Permanecí allí hasta los 16 años. De ese lugar salí y fui a vivir solo. Para sobrevivir, terminé convirtiéndome en travesti y me prostituía.
En la calle, donde trabajaba, peleaba y le robaba los clientes a los demás; andaba armado. Yo era muy malo, nervioso, le pegaba a todo el mundo, por cualquier motivo.
Con el tiempo me convertí en “madam” del lugar junto con otros dos travestis. Entonces empecé a traficar para los travestis. Los inducía a comprarme drogas y a endeudarse.
Comencé a ganar mucho dinero. Tuve tres departamentos, y les alquilaba espacios a los travestis. Me puse silicona industrial en todo el cuerpo. Llegué a tener varias denuncias en mi contra: por agresión, extorsión, tráfico de drogas, etc.
Mi fondo del pozo llegó cuando un día, en el baile, intenté matarme tomando 18 pastillas de éxtasis; también usé cocaína y bebí mucho, entonces tuve una sobredosis y dos paros cardíacos. Vi a mi alma salirse de mi cuerpo y, en el último momento, recordé la oración del Padre Nuestro. Sobreviví.
Tuve depresión, problemas cardíacos, y fui internado en un hospital psiquiátrico durante un tiempo. En ese lugar me dopaban con medicamentos controlados.
Hasta que un día, cuando salí del hospital donde hacía tratamiento psiquiátrico, pase por enfrente de la Universal de Sitio Cercado. Era martes. Participé de la oración de liberación y a partir de entonces mi vida empezó a cambiar.
Conocí a la Fuerza Joven Universal y encontré personas que creyeron en mí y me llevaron hasta el Señor Jesús.
Hoy estoy totalmente transformado.
Me liberé de la homosexualidad, de las drogas, del narcotráfico, de la prostitución, de las tristezas, de las angustias, del vacío, en fin, de todo lo que me hacía infeliz.
Soy un nuevo hombre, 100% cambiado, lleno de la presencia de Dios y feliz.
Luiz