Me acuerdo de una persona con la que trabajé que quería encontrar a alguien para casarse. Conocí a un muchacho muy bueno e inmediatamente pensé en ella, pero enseguida pensé; “No, no se la voy a presentar porque ella es tan inestable, por momentos está bien, después está mal, tiene carácter fuerte… Después voy a ser yo la que va a quedar mal”. Y la persona ni se imagina… Ella se está arreglando, yendo al gimnasio, quedando más linda, ganando dinero, etc., pero no se da cuenta de que su actitud, su comportamiento, su manera de hablar y su perfil de Facebook (¡comenzando por la foto!) dan una impresión horrible. Intenté ayudarla, pero no le cayó bien. El marketing de ella sobre sí misma me impidió presentarle a alguien para una potencial relación.
Así como invierte en la carrera, en el trabajo y cuida su currículum (sus cualidades, realizaciones, etc.), también debe no descuidar su vida sentimental. Imagínese si se queda esperando que una empresa lo encuentre. Nunca conseguiría un empleo, por mejor profesional que sea. Si actúa así en la vida sentimental, o mejor, no actúa, pero está “esperando en Dios”, diciendo que “Dios lo va a honrar”, usted está equivocado. Dios nunca prometió traerle un marido o una esposa a nadie. Usted tiene que encontrar, buscar. Este buscar significa invertir en su vida sentimental como invierte en su carrera.
¿Qué mensajes ha enviado a través de su comportamiento, ropa, hábitos, amistades, publicaciones en Internet… cosas que hablan sobre usted y tal vez declaran contra usted?
Usted no puede hacer que esa parte de su vida deje que desear, creer que automáticamente las personas van a presentarle a alguien, que Dios va a dejar todo lo que está haciendo para traer a alguien para usted. Cree conexiones. Comience con las amistades. Deje las malas, pues no ayudan a su reputación. Forme buenas amistades, con personas serias, de carácter. Invierta en ellas. Una relación normalmente nace de una amistad — o con el amigo o alguien que el amigo le presentó. Por eso es una buena inversión. Así usted estará promocionándose. Entonces sí, Dios podrá honrar algo que usted está haciendo.
Resumiendo: su reputación llega antes que usted y se queda por mucho más tiempo después de que usted se va. Trabaje en ella. ¿Qué mensaje está trasmitiendo acerca de sí mismo? ¿Qué lo está ayudando o estorbando? Corte lo que lo estorba e invierta en lo que lo promociona.