A mi hijo le salieron manchas en el cuerpo, le picaba, dolía, le daba fiebre, le supuraba pus, los exámenes revelaron que todo estaba dentro de lo normal. Tiempo después llegaron a la conclusión de que se trataba de urticaria crónica, el tiempo pasaba y los medicamentos no surtían efecto. Las personas no se le acercaban porque pensaban que él tenía lepra. Llegó a un punto en que mi hijo no conseguía dormir y cuando lo lograba, despertaba con mucho dolor. Un día entendí que no debía usar el sentimiento de madre, porque eso anulaba mi fe; pasé a frecuentar la reunión de Domingo y llevaba a casa el agua de los mayores milagros, se la daba tres veces al día y oraba con él determinando el milagro. Hoy mi hijo está totalmente curado gracias a Dios.
•• Sra. Juliana junto a su hijo Miguel