Todos mis problemas comenzaron desde que era joven, era rebelde, pero aun así tenía un carácter vulnerable. A causa de mi rebeldía siempre quería imponer mi voluntad y por eso, no permitía que nadie me corrigiera y en cualquier lugar causaba problemas. El tiempo pasó y me convertí en una mujer que no tenía paz y sufría de depresión e insomnio. Empecé a consumir opio, fue allí donde me volví una persona adicta, al punto de gastar todos mis ingresos en el vicio.
Al no tener dinero para continuar consumiendo acepté una propuesta que me llevaría al fondo del pozo, ya que por el vicio me involucré en la prostitución. Una esperanza de transformación de vida surgió cuando conocí la Iglesia Universal. Allí Dios me liberó de la depresión, insomnio y vicios; comencé a trabajar honradamente. Hoy estoy felizmente casada y llena de la presencia de Dios.