Crecí en un ambiente lleno de vicios del alcohol, drogas y cigarrillo. Mis padres tenían muy pocos recursos y siempre vivían endeudados.
El tiempo pasó y crecí sin tener una dirección ni una visión de qué clase de futuro quería para mí.
Por eso, mi vida era un fracaso especialmente en mi vida económica, ya que vivía de cheque a cheque.
Algunas veces mi situación era tan humillante que ni para comer me alcanzaba.
Fue así que llegué a la Iglesia Universal, donde aprendí el significado de ser fiel a Dios, colocándolo en primer lugar y cuando lo puse en práctica, mi vida cambió.
Hoy mi vida está próspera porque he logrado abrir mi propio negocio, fui liberado de los vicios y me casé con una mujer que también teme a Dios. Desde que honré y obedecí Su dirección, logré encontrar paz, alegría, tranquilidad y la fuerza para creer en mí.
» Sr. Carlos Ruíz y Esposa.