Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen!” Lucas 17:1
Cuando usted se entrega a Dios, se vuelve una referencia para los demás, y por ser el único o uno de los miembros de su familia que está en la Iglesia, debe tornarse un buen ejemplo, de manera que su carácter no sea un tropiezo para que sus seres queridos se acerquen a Dios. Recuerde que el “ay” es una expresión de dolor dirigida a aquellos que se vuelven una piedra de tropiezo, ya sea por un pecado, mal comportamiento o temperamento fuerte, pues nunca faltará quien le apunte con el dedo para exponer su error.
Ser una referencia del Señor Jesús requiere que su carácter se asemeje al de Él, para no servir de tropiezo para otros y para que esto suceda, debe aprender a dejar de mirar para los demás y apenas mirar para Dios y para sí mismo.
“Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale.” Vers. 3
No mire la vida de las demás personas, al contrario, mire para sí mismo y medite en qué debe cambiar para agradar a Dios.
Si alguien le ofendió, en vez de juzgarle, perdónelo, eso no quiere decir que usted esté de acuerdo con el pecado de la otra persona, apenas estará siendo justo consigo mismo, pues al guardar rencor, está atrayendo un tropiezo y una caída para sí.
El Señor Jesús dijo que inevitablemente vendrían las ocasiones de tropezar y caer, pero también dijo que debíamos desviarnos de esos tropiezos, o sea, de todo aquello que no Le agrada.
¿Cómo desviarse de los tropiezos? Dejando de mirar para situaciones, personas o cosas y mirar exclusivamente para Dios.
“Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más.” Isaías 45:22