“Renato es muy inteligente y espiritual, Cris; tú vas a tener que correr detrás de él”.
Esa frase marcó el inicio de una serie de inseguridades en mi matrimonio. No es que yo no tenía otras inseguridades de mi infancia, pero hasta ese momento yo no me sentía inferior a mi novio. Él era todo lo que yo le había pedido a Dios y me enorgullecía, secretamente, de eso. Sin embargo, a partir de ese comentario, la duda entró en mi corazón y secretamente yo comencé a creer que él merecía a alguien mejor que yo.
Los problemas de esa duda solo se establecieron en mi vida con el tiempo, después del matrimonio, cuando cualquier cosita que sucedía me hacía acordar a ella. Si Renato comentaba cualquier cosa sobre otra mujer, yo ya me sentía amenazada por ella y la marcaba. Todas las veces que él conversaba con ella, debido a que yo ya la había marcado en mi mente como una “competencia”, me ponía celosa.
Renato, por su lado, solamente conseguía ver los celos infundados y eso lo dejaba muy irritado, algo que lo distanciaba de mí. Eso generaba, todavía, más inseguridad dentro de mí pues aquella duda parecía cobrar algún sentido…yo no era lo suficiente para él.
Yo lloraba y para empeorar mi drama, vivía escuchando músicas románticas que me hacían aún más sentimental. Fue algo lamentable.
Hoy, cuando cuento cómo era yo antiguamente es justamente eso lo que tengo, pena. Yo sufrí y renegué tanto de mí misma, y todo; ¿por qué? Porque di oídos a una palabrita, que como una semilla en tierra fértil, dio muchos frutos que me hicieron mal -no solamente en mi matrimonio sino en toda mi vida.
Y, ¿sabe lo que sucede cuando usted colecciona inseguridades? Usted comienza a vivir un trauma. Todo comienza a “tener sentido” y aquello que usted temía parece que está a punto de suceder. Y el tiempo solamente añade más traumas…
El trauma tiene ese agravante: él genera otros traumas. Usted comienza a comportarse de acuerdo con aquellas inseguridades que carga y su lema se basa en ellas.
Yo no soy tan inteligente y espiritual como él. Probablemente yo tampoco sea tan interesante como aquella mujer, y con seguridad yo no soy tan bonita como aquella otra mujer…
Eso también me ató a la hora de hacer nuevas amigas porque yo me sentía tan inferior a las otras mujeres que buscaba hacer de todo para agradarlas, algo que generaba en mí expectativas altísimas que se frustraban con el tiempo. Las tantas amigas que yo pensaba que tenía, no eran tan amigas. Y ahí, yo iba para mi rincón de drama a escuchar músicas tristes y llorar.
Yo simplemente no salía del lugar. Por más que yo quisiese hacer la diferencia, yo no conseguía verme haciéndola. Yo terminaba siempre en el mismo lugar, detrás del telón, ayudando a alguien a hacer la diferencia.
Eventualmente, yo vencí mis traumas y es por eso que hoy, lucho diariamente para ayudar a otras mujeres. Yo sé bien lo que es querer ser una persona diferente y no lograrlo…el trauma nos aprisiona.