«Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.»
(1 Pedro 2:9)
Todos los que aman a Dios y nacieron de nuevo, pertenecen a la nación santa, además, tienen como único Señor en sus vidas al Señor Jesús y hacen parte del grupo de sacerdotes que Lo sirven de acuerdo a la voluntad de Dios.
La depresión y los pensamientos de muerte sólo afectan a quienes no hacen parte de esta nación santa; pues para eso, es necesario recibir el Espíritu Santo y vivir en santidad, es decir, en sacrificio continuo delante de Dios. ¿Usted hace parte de esta nación santa? ¿Usted ya recibió el Espíritu Santo?
Los que sirven al Señor Jesús no se preocupan con sus vidas, pues saben que están en las manos de Dios, y Él les sustenta con Su Palabra.
No hay preocupación con el presente o el futuro, pues todo está en las manos de Dios.
Los que son verdaderamente sacerdotes del Altísimo, Lo sirven hasta el final, manteniendo sus vidas en santidad y sobre el Altar de su Señor.
Los que sirven a Dios priorizan la voluntad de Dios, dejando en segundo plano sus propios sueños y deseos, viviendo en sacrificio constante para agradar a Dios.
El Espíritu Santo es la recompensa para todos los que decidieron servirlo, el cual nos proporciona capacidades espirituales para llegar hasta nuestro objetivo final, la salvación de nuestra alma.