A lo largo de la vida, muchas oportunidades se cruzan en nuestro camino, pero no todas con apariencia de éxito y por eso, terminamos dejando pasar la mayor parte de ellas.
Situaciones favorables surgen todo el tiempo, puede ser una invitación para salir, trayendo la oportunidad de construir una nueva y buena amistad; un trabajo realizado perfectamente, dando la oportunidad para un ascenso o hasta un nuevo empleo; o un cuidado especial por parte de alguien, el elemento necesario para que surja la relación sentimental tan esperada.
Hay un dicho muy popular que dice, que hay tres cosas en la vida que nunca vuelven atrás: la palabra pronunciada, la flecha lanzada y la oportunidad perdida. Pero para que usted perciba las oportunidades que surgen en el camino, tiene que estar atento. De lo contrario otra persona, menos distraída, va a aprovecharlas en su lugar.
Algunas oportunidades son fáciles de agarrar, otras son más difíciles y exigen mayor empeño. ¿Cuántas veces dejó algo atrás por creer que el esfuerzo no valía la pena o por la expectativa de algo mejor? Es importante adaptarse a las diversas situaciones, pues la oportunidad que usted tanto espera, puede surgir de forma repentina.
Esperar por la ocasión es la peor cosa que una persona puede hacer. El problema con las oportunidades es que no todas las personas saben identificarlas. Nuestra sociedad coloca en la cabeza de las personas, que la oportunidad es algo que sucede una vez en la vida y depende de la suerte de la casualidad; eso es mentira, las oportunidades no son el resultado de la suerte, sino del trabajo y de la visión. Quien no tiene visión puede no identificar una oportunidad cuando pasa por ella y – peor – puede hasta quejarse de la situación.