4° Día del Ayuno de Daniel
Oiga lo que el Espíritu les dice a los solitarios:
Creo que cuando dijo eso, el Señor estaba pensando en lo que significaría hacer otra criatura para completar a la primera.
A pesar de que ambos hubieran sido creados con perfección, aun así, sin la compañía serían incompletos.
El matrimonio tipifica la alianza del Creador con la criatura. El hombre representando al SEÑOR y la mujer a Su Iglesia.
Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino UNO. Marcos 10:7-8
Al asumir una alianza con Dios, el ser humano y Dios se tornan un solo Espíritu, de la misma manera como existe unión del hombre con la mujer, los dos se tornan una sola carne.
Por lo tanto, la criatura humana fue hecha para asumir dos casamientos: El primero, del espíritu humano con el Espíritu de Dios, resultando UN Espíritu con Él.
El segundo, entre el alma de él con el alma de ella resultando una sola carne.
Pero el que se une al Señor, UN espíritu es con Él. 1 Corintios 6:17
De acuerdo con el Eterno, el casamiento es la unión más sagrada en la faz de la Tierra, porque da inicio a la Familia que, a su vez, representa el Casamiento con Dios, iniciando así la Santísima Familia de Dios.
Quiere decir: el casamiento del ser humano tiene que ser un espejo del casamiento con el Dios Altísimo.
El SEÑOR considera a los Suyos como Marido. O sea, Redentor, Proveedor y Protector.
Porque tu Marido es tu Hacedor; el SEÑOR de los Ejércitos es Su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la Tierra será llamado. Isaías 54:5
El recibimiento del Espíritu Santo significa el Sello del Casamiento con Dios.
Pero ese casamiento depende de la entrega total de la criatura humana.
El Sello de Dios solo es posible tras la entrega de la otra parte con todas sus fuerzas, con toda su mente y con toda su alma.
No hay otra forma: quien quiera casarse con el Todopoderoso tiene que divorciarse del mundo. De lo contrario, nada es hecho.
Aline Cristina
Buenas noches obispo.
Sé bien qué es ser una persona de gritos vacíos dentro de la iglesia, una persona que desea pero no hace, y eso prueba que no siempre el querer es poder.
Porque descubrí que puedo desear ardientemente el Espíritu Santo, pero si no hago nada para recibirlo no sirve de nada.
Obispo, aquí en mi iurd todos piensan que, por mi carácter o por no hacer nada malo, soy bautizada con el Espíritu Santo, incluso se enojan o se sorprenden cuando digo que no lo soy, solo porque un día dentro de la iglesia yo descendí al infierno y logré soportar y llegar hasta aquí y vencer. En verdad un día fui un ejército que murió y se convirtió en un valle de huesos secos. Hoy soy un cuerpo que tiene buena apariencia exterior, pero que necesita el verdadero aliento de vida y de una vez por todas conocer al Dios por el que mi alma clama día y noche.