El adicto está necesitando ayuda, pero aún no sabe eso y es en ese momento en el que debemos actuar. Lo ideal es anticiparse lo máximo al problema con las drogas o cualquier otro hábito nocivo que envuelven a su ser querido. Antes de cualquier cosa es necesario hacer un autoanálisis del ambiente familiar, para ver si existe algo que lo vuelva más sensible a ese hábito. La acción del ESPÍRITU DEL VICIO puede ser facilitada si hubiere “puertas abiertas” para una invasión.
Predisposición genética, problemas de salud mental y crisis familiar y social son factores de riesgo que aumentan la vulnerabilidad. Otra cosa que puede favorecer la presencia del vicio son los antecedentes familiares con el consumo de drogas o alcohol, que es algo que sirve como ejemplo negativo para los jóvenes. Y todos sabemos que el proceso de cura incluye la reconquista del dominio propio, lo que ya es muy difícil para un adulto, es aún más complicado para una persona con poca o ninguna experiencia.
Al inicio era alcohol y cigarrillos, luego fueron cosas más fuertes
A muy corta edad mis “amigos” me presentaron el alcohol y cigarrillos, con el tiempo me interesé en cosas más fuertes, así que empecé a consumir marihuana y salir de noche; en esa época sólo tenía 15 años.
A los 18 ya consumía drogas sintéticas: anfetaminas y LSD; incluso lo hacía en mi propia casa, mi vida era un desastre y aunque aparentaba que todo estaba bien en mi interior me sentía sola y deprimida.
Cuando conocí la Iglesia Universal, participé del Tratamiento y pude liberarme de mis adicciones, no volví a beber ni consumir drogas. Fui bautizada con el Espíritu Santo y Él me dio la felicidad que siempre había deseado
•• Tatiane, 36 años.