“Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y Él os dará otro Consolador para que esté con vosotros para siempre; es decir, el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni le ve ni le conoce, pero vosotros sí le conocéis porque mora con vosotros y estará en vosotros.” (San Juan 14:15)
Dios tiene poder para hacer todas las cosas, curar las enfermedades, liberar a una persona que sufre con problemas espirituales, restaurar a las familias, etc. Sin embargo, muchos, a pesar de creer en el Poder de Dios no han visto Su Poder y se preguntan por qué.
Dios no puede conceder su Santo Espíritu en la vida de aquellos que no tienen un corazón puro. Es decir, aquellos que no están dispuestos a obedecer Su Palabra.
“No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Un poco más de tiempo y el mundo no me verá más, pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En ese día conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré a él. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Un poco más de tiempo y el mundo no me verá más, pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En ese día conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré a él.” ( San Juan 14: 18-21)
Sólo los que verdaderamente Lo aman guardan Su Palabra. Y es sobre estos que vendrá con Poder. Los problemas al igual que la lluvía vienen para todos, sin embargo, sólo los que tienen el corazón puro para
Él pueden contar con Su Poder en las luchas que enfrentan diariamente.
El Espíritu Santo es la manifestación máxima del Poder de Dios en la vida del ser humano. Cuando una persona Lo recibe, tiene poder para vencer toda dificultad que se le presente.