Todo empezó con un dolor de cabeza, pensaba que era normal. Pero poco después, me desmayé en el auto.
Mi esposa rápidamente me llevó al hospital. Al llegar fui sometido a varios exámenes, el cual uno de ellos mostraba que tenía una gran hemorragia en el cerebro. El médico le indicó a mi esposa que una arteria principal se había roto y también le advirtió que lo más probable era de que no saldría con vida. Pues había sufrido un derrame cerebral.
Me afirmaron que viviría en estado vegetativo, pero, mi esposa quien es una mujer de fe, no se derrumbó con aquella noticia. -En ningún momento acepté esas palabras. Aunque los médicos me pidieron que me despidiera de él, yo tenía la convicción en que Dios haría el trabajo, comenta Marcele.
Mi esposa empezó a participar de la reunión de los martes en favor de mi salud, así empecé a tener mejoría después de la operación, aunque el médico decía que el hecho de que despertara y hablara no significaba ningún avance y que tendría que ser operado nuevamente. Los médicos me abrirían la cabeza para cauterizar una arteria y al menos darme la oportunidad de sobrevivir.
Mi esposa siguió perseverando y, tras 14 días en coma, volví a despertar. Dos días después fui dado de alta porque no tuve que ser operado. Dios realizó el milagro de la noche a la mañana. Un día estaba mal y al siguiente día respondía bien. Hoy estoy sano y no he tenido secuelas por el derrame cerebral. Soy un testigo vivo de que sólo Dios puede obrar milagros.