«En mi angustia invoqué al Señor, sí, clamé a mi Dios; desde su templo oyó mi voz, y mi clamor llegó a sus oídos.» (2 Samuel 22:7).
¡Qué maravilla! El Nombre del Señor Jesús es poderoso y está por encima de todos los demás. A través de Su Nombre podemos llegar al Eterno Dios y Padre con la certeza de que Él se complace en escucharnos y recibirnos con Sus bendiciones. Por lo tanto, honramos Su Nombre con nuestra vida.