En tres diferentes ocasiones, María Augusta intentó poner fin al sufrimiento que pasaba, ella pensaba que acabando con su propia vida, terminaría con todo.
“Yo tenía muchos problemas de salud y éstos traían también problemas a mi matrimonio”.
Durante años ella se encontraba sumergida en una profunda tristeza, eso me llevó a intentar tres veces el suicidio, afortunadamente, sin haber tenido éxito.
“Para resolver los problemas, recorrí muchos caminos, todo tipo de médicos, los mejores especialistas, incluso, recurrí a brujos, o sea, hice de todo para resolver los problemas que me afectaban”.
Fue sólo cuando conoció la Iglesia Universal que su vida comenzó a cambiar.
“Participando de las reuniones de los viernes, fui usando mi fe y pedí a Dios por mi liberación. Fue así que vencí los problemas espirituales que me asfixiaba, superé la depresión y fui curada por completo. Hoy somos una familia feliz, bendecida y puedo decir que ‘Yo y mi casa servimos al Señor’”, concluye.
•• María Augusta