El domingo pasado 16 de diciembre, el obispo Ronaldo Santos, en el transcurso de la reunión de las 9 de la mañana, dio a los presentes un mensaje de fe:
“Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.”
(1 Corintios 6:17)
Cuando subimos al Altar para sacrificar, nos convertimos en una sola persona con Dios. ¡Es un matrimonio con Dios!
El mayor problema de las personas, no es la enfermedad, ni el problema familiar o económico, el mayor problema que ellas enfrentan es el hecho de no conocer a Dios; y para que esto suceda, es necesario hacer el mayor sacrificio, esto es, ¡abandonar el pecado!
Únicamente priorizando a Dios, colocándolo en primer lugar en nuestra vida, por encima de todo, incluso de nuestra familia, es que podemos recibir su Espíritu en nuestras vidas.
Las personas que no tienen el Espíritu Santo, cargan un vacío dentro de sí, del tamaño de Dios; ya que, sólo Él puede llenarlo.
Es imposible que alguien sea verdaderamente feliz sin recibir el Espíritu de la felicidad, que es el Espíritu de Dios.
Existen personas con mucho dinero, fama, “poder”, pero se encuentran vacías; así también hay personas pobres, que piensan que no valen nada, porque nada tienen; pero la verdadera razón de tener esa vida frustrada y vacía, es porque no quieren abandonar la vida de pecado, ni quieren entregarse por completo a Dios.
El Espíritu Santo nos da sabiduría y entendimiento, para saber cuál es el camino a seguir, y tomar siempre las decisiones correctas; de esta manera, usted no queda en la dependencia de nadie, sino exclusivamente de Dios.
Las personas se han equivocado al priorizar las cosas de este mundo, en lugar de priorizar el Reino de Dios.
Por eso, vamos a subir al Altar para entregar toda la vida, porque creemos que el Fuego de Dios (Espíritu Santo) descenderá sobre todos aquellos que subirán a entregarse por completo a Él.