Antes de llegar a la Universal era una persona con muchos problemas de carácter, era agresiva, me enojaba con mucha facilidad y, además, con el paso de los años, me fui juntando con malas amistades que me introdujeron en el mundo de las pandillas (latin kings, ñetas), de los vicios e, incluso, de la delincuencia. Todos los problemas por los que estaba pasando, el ambiente en el que me movía y el gran vacío que existía en mi interior me estaban llevando, casi sin darme cuenta, a la completa destrucción de mi vida.
Cuando pasé por todas estas situaciones aún era una niña. En casa, era una persona pero, en la calle, era otra muy distinta. Conseguí disfrazarme dentro de casa para que mi familia continuase pensando que era tan inocente como lo había sido durante toda la vida, pero todo era una gran mentira. Los problemas llegaron al extremo, pues llegué a estar amenazada de muerte a raíz de una pelea que tuve. Evidentemente, fueron estos los peores momentos de mi vida pero, gracias a Dios, mi madre conoció la Iglesia Universal y, un día, me llevó con ella. Durante un tiempo yo, sinceramente, iba con ella casi por hacerla un favor pero, después, fui comprendiendo las cosas y tuve la certeza de que solamente Dios podría dar un cambio completo a mi vida.
Hoy, tras muchas luchas y muchos propósitos hechos con Dios, soy una persona completamente transformada, me he liberado de los vicios, del mal carácter, de las peleas, de las pandillas y, lo más importante, el vacío que existía en mí ha desaparecido, pues se ha llenado con la presencia de Dios.
Ahora puedo decir que soy feliz de verdad. Jessica Rivadeneira.