Hay una pregunta que me hicieron, hace algunos años atrás, y hasta hoy me hace pensar: ¿cuál es la diferencia entre decir que conozco a una determinada persona y que esa persona diga que me conoce? Por ejemplo, si le pregunto si conoce al presidente de los Estados Unidos, usted dirá que sí. Ahora, ¿si la misma pregunta se la hacen a Barack Obama? Aunque usted diga que lo conoce, él dirá que no la conoce.
Moraleja de la historia – conocer a alguien no es algo tan fácil, ni rápido, tampoco superficial. No es el hecho de tener algunas informaciones acerca de alguien que me garantiza el placer de realmente conocerla. La prueba de eso son los “amigos” del Facebook.
Las relaciones duraderas requieren confianza, y eso exige tiempo, entrega, esmero, interés desinteresado – que no venga disfrazado o impregnado de una necesidad egoísta.
Y, ¿cuándo se trata de familia, hermanos, hijos; por qué se hace tan difícil practicar eso? Me acuerdo que pasaba horas escribiendo cartitas, decorando regalos, preparando un almuerzo para mis amigas del colegio con la esperanza de conquistar aunque sea una sola amiga, pero no hacía lo mismo para mi hermana.
¿El hecho de vivir en la misma casa la lleva, automáticamente, a conocer a las personas que viven en ella? No siempre. ¿La acción de registrar a su hijo, concederle un nombre, hace con que él la atienda y le responda de manera apropiada cuando usted lo llama? No.
Tal vez, lo que la atrapa es el concepto que cargamos de pensar que no necesitamos conquistar a los que son de nuestra casa y que ellos tienen la obligación de amarnos como somos. Mito.
Para llegar a decir que conocemos a alguien, no puede existir el miedo de ser transparente, ni intentar encubrir los defectos y fallas cuando suceden – eso también revela quiénes somos, cómo actuamos, y nos hará luchar para que nunca más hagan parte de nuestra vida.
Pensando en todo lo que leyó, pregúntese si realmente conoce a sus hijos – no sólo sus gustos y preferencias o solamente una parte, aquello que ellos le muestran, sino lo que ellos son realmente.
En caso de que la respuesta sea todavía negativa, comience hoy, tome la iniciativa y déjese conocer primero. Usted estará haciendo uso de una ley fija, que no tiene como ser alterada, ni cómo salir mal – quién da recibe, quién busca encuentra, quién planta cosecha.