Para muchos, la reacción es quejarse de la situación que están viviendo. Todos, en algún momento, corremos el riesgo de murmurar, hablar mal de alguien o de algo, hacer una pregunta maliciosa o tratar de difamar a alguien que no nos agrada.
Es necesario comprender cuál es la razón que nos hace murmurar, al no practicar la Palabra de Dios, podemos ser llevados a murmurar, y una de las cosas que Dios más odia esa actitud.
La Biblia describe que Su ira se enciende cuando su pueblo se queja de lo que Él mismo está proporcionando. Fue así cuando los judíos buscando la Tierra Prometida, por la demora del viaje, empezaron a murmurar y tuvieron consecuencias muy desagradables.
El murmurador, es capaz de inventar algo para hablar de la gente incluso cuando no hay nada que decir.
Finge ser cristiano, pero muestra su verdadero rostro cuando habla y piensa en la venganza; cree que está por encima de todos. En el fondo, ignora totalmente la Palabra de Dios y al Espíritu Santo.
La verdad es que necesitamos renovarnos con Dios, todos los días, para no convertirnos en murmuradores.
Debemos llevar nuestras dificultades a Dios en oración, en lugar de compartir la amargura.
Mantener viva la Fe son antídotos para el murmullo.
Las palabras buenas o malas salen de la boca, pero la elección de usarlas o cómo decirlas siempre es nuestra.
DESAFÍO 2: Identifique tres cosas que usted necesita mejorar en sí mismo.
“A través de este desafío, aprendí que debía primero cuidar de mi interior. Leía de cualquier manera la Biblia, pero no meditaba en lo que estaba escrito, luego empecé a hacerlo y fue entonces que Dios a través de Su Palabra me fue moldeando. También comencé a hacer ejercicios físicos, empecé a ser un padre más atento, a pesar de no tener a mis hijos cerca hablaba con ellos y les daba ese afecto de padre. Hoy soy un mejor hombre”.
Sr Hermogenes