En los días de hoy muchos expresan que desean recibir el Espíritu Santo, sin embargo, no tienen disposición para hacer lo que es esperado, no se dan por entero para recibirlo y aún se preguntan ¿por qué no Lo recibo?
La respuesta es muy sencilla, quien no da, no recibe. En este caso ¿Qué quiere decir dar para recibir?
Por ejemplo, el Señor Jesús les ordenó a sus discípulos que no salieran de Jerusalén mientras no hayan recibido el Espíritu Santo, y ellos dieron, ¿qué? obediencia a ese pedido, no salieron de Jerusalén y esa actitud mostró que tenían disposición para lo que sea que les fuera pedido, consecuentemente recibieron el Espíritu Santo para dar continuidad a la obra del Señor Jesús.
Después que lo recibieron la Biblia relata:
“Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”. Hechos 2: 41-42
No reciben el Espíritu Santo aquellos que apenas quieren quedarse dentro de la Iglesia alabando a Dios, ni aquellos que sólo Lo quieren para sentirse bien interiormente, sin embargo, aquellos que están preparados para colocar toda su vida a disposición de Él, éstos reciben el Espíritu Santo y de esa manera se transforman en un testimonio vivo de salvación.
Es decir, reciben el Espíritu Santo para ganar a otros para Jesús.
El día más feliz de mi vida
Debido a una enfermedad que quebrantaba mi salud llegué a la Iglesia Universal a los dieciocho buscando sanidad, la que alcancé a través de la fe. Con el paso del tiempo aprendí a usar mi fe y comencé a luchar por diversas bendiciones. Me casé y tuve a mis hijas, sin embargo, no tenía paz, me sentía triste y vacía, recuerdo que antes pensaba que si era sanada y obtenía la prosperidad sería feliz, pero eso no sucedió, al contrario era una mujer amargada, incluso, tenía problemas en mi matrimonio, me enojaba por todo; por cinco años estuve en esa situación.
Hasta ese entonces yo no entendía qué era lo que realmente me hacía falta. Fue en ese tiempo que empezó el propósito del Ayuno de Daniel, el pastor habló a profundidad del Espíritu Santo, entonces supe lo que me hacía falta.
Comencé a buscar el Espíritu Santo con todas mis fuerzas, al término de los 21 días del ayuno yo no recibí lo que buscaba, me sentí frustrada, pero al llegar a casa aprovechando que mi esposo se había ido al trabajo comencé a hablar con Dios con sinceridad sobre mi necesidad de tener el Espíritu Santo y aquel día Lo recibí, sentí una alegría tan grande que no la había sentido ni siquiera cuando me casé o cuando nació mi primer hija.
El Espíritu Santo me transformó en una nueva mujer, tengo paz, alegría, equilibrio emocional y una fe inquebrantable que me ayuda a vencer las luchas.
•• Leonela y familia