Normalmente, en este período del año, algunas personas que todavía son nuevas en la fe nos preguntan si un cristiano puede participar de las fiestas de Junio (juninas) o de eventos comunes de esta época. Entonces, decidí escribir para orientar a estas y otras que, aunque no sean nuevos convertidos se han rendido a esa festividad.
El pilar de la fe genuina consiste en adorar únicamente al Altísimo. Es decir, un verdadero cristiano no adora, no alaba ni presta culto a nada ni nadie, sino a su Señor. A causa del temor, él aprecia por el Mandamiento que condena todo tipo de idolatría (Ex 20:3-5).
Pero la propuesta de las fiestas Juninas tienen cuño religioso, pues la conmemoración empezó con la fiesta pagana del solsticio de verano, después, fue adaptada por la religión romana e incorporada a muchos símbolos, rituales y personalidades bíblicas, como Pedro y Juan Bautista, venerados como santos.
Aunque la cultura secular, que fuertemente se infiltra dentro de la Iglesia del Señor Jesús, intente mostrar que los famosos bailes, hogueras y todo el escenario es inofensivos y no pasa de una oportunidad de diversión y convivio social, por detrás hay un principio espiritual ignorado o desconocido por la mayoría. Aunque en algunos lugares la festividad esté un poco sin las características de la fiesta pagana vinculada a la idolatría o esté tradicionalmente inserida al folclore regional, aún así se necesita sabiduría para no unirse a aquello que Dios no se agrada.
El apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, condenó vehementemente el sincretismo religioso (absorción de principios e ideales de una creencia por otra, de manera que se mezclan conceptos y propósitos). Él dijo esto a los cristianos de Corinto que se equivocaban al juntarse o coadunar a los festejos de los ídolos de la época. ¿Cómo puede alguien que participa de la mesa del Señor unirse directa o indirectamente a practicas idólatras? ¿Cómo puede alguien participar de lo que es sagrado y después de lo que es profano y maligno? (1Co 10:19,20).
Para no errar también en otras fiestas incorporadas al calendario, como Halloween, Carnaval entre otras, aprenda a analizar el concepto que fundamenta tales conmemoraciones.
Fuera del contexto religioso junino, no hay ningún mal comer pastel, los dulces con choclo o maní y todas las delicias que vinieron de las manos de nuestro Dios.
Para finalizar, no quiero decir que la Biblia es un libro de prohibiciones, como un manual de “deshacer placer”. ¡Al contrario! Nos orienta a tener sentido común para juzgar cada situación y ver aquello que nos conviene y hace bien a nuestra fe. Además, la Palabra enseña que debe haber cuidado para no hacer nada que escandaliza a nuestro prójimo y venga macular su consciencia. En ese aspecto, entendemos que todos nuestros actos deben glorificar a Dios y jamás crear tropiezo a los demás.
Si usted vive un dilema si participar o no de estas celebraciones, espero que este texto le ayude en su decisión.