Quizá usted se ha preguntado: “¿por qué no tengo fuerzas para luchar?”, “¿por qué a pesar de todo mi esfuerzo no logro salir adelante?”… “Me desanimo constantemente, ¿qué puedo hacer?”… La respuesta es simple pero muy importante: el Espíritu Santo. Quizá en este momento se pregunte: ¿para qué sirve y qué tiene que ver el Espíritu Santo en mi vida y el Ayuno de Daniel?
“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hechos 1:8)
La importancia del Espíritu Santo radica en dos aspectos:
El primero es que usted recibirá el poder, la fuerza y autoridad para vencer cualquier adversidad que se encuentre a su paso.
El segundo es que ese poder también tiene la función esencial de glorificar el poder del Señor Jesús.
No es cualquier cosa, es el sello y confirmación de que el propio Dios habita en nosotros. Pero Él no puede estar en un cuerpo que se encuentra ocupado. ¿Ocupado de qué? De ideas que son ajenas y le impiden tener una estrecha comunión con Dios, por ejemplo: redes sociales, música, noticias pesimistas, chismes y todo aquello que no permite que su interior sea habitado por Él.
El Ayuno de Daniel tiene ese propósito; depurarlo de lo que no sirve en su vida espiritual. Al limpiarse espiritualmente, su comunión con Dios será mayor y le dará lugar al Espíritu Santo, para ser lleno de Su presencia. Este Ayuno fortalece, abre sus ojos y renueva su fe. Y con el bautismo con el Espíritu Santo, tendrá la certeza y seguridad de que no habrá obstáculo que lo fuese a derribar.
Sólo es cuestión de reflexionar: ¿qué es más importante, el mundo o la fuerza para vencer y glorificar a Dios?