¿Usted ya ganó un regalo sin merecerlo? ¿Cómo se sintió? Ya fue contemplado con una buena acción de parte de alguien y delante de la actitud de esa persona llegó a la conclusión que nunca va a poder pagar lo que ella hizo por usted? La gracia de Dios, es exactamente así. Mucho se habla de ella, pero poco se entiende la grandeza de esa dádiva, un regalo de Dios para nosotros.
Para entenderla, es necesario volver al Jardín del Edén. Cuando desobedecieron a Dios, Adán y Eva se apartaron de Él. Y, como el salario del pecado es la muerte, para no morir, alguien tenía que morir en lugar de ellos. Es posible leer en la Biblia, que durante mucho tiempo, por medio de la ley, Dios instituyó el sacrificio de animales para la remisión de los pecados, pero la ley dejó claro que el hombre no puede salvarse por sí mismo. Mientras tanto el sacrificio de animales no era suficiente. Luego, la humanidad necesitaba de un Salvador, alguien perfecto, que nunca hubiera pecado, pero, ¿quién podría ser si todos pecaron? (Romanos 3:23).
La única solución era que el Propio Dios, que es perfecto, se tornara un hombre. Por eso, Jesucristo vino al mundo: el Hijo de Dios se colocó como el cordero que sería ofrecido en sacrificio perfecto, para sacar el pecado del mundo y reconciliar el hombre con Dios, el Padre. Es por eso que, somos salvos por la gracia, por medio de la fe. Y esto no viene de nosotros mismos, ni por nuestras obras, para que nadie se gloríe, pero es un don de Dios. Efésios 2:8-9
ACÉPTELA
La gracia no se refiere a nosotros, visto que no la merecemos. Ella muestra el carácter de Dios y cuán compasivo, justo y amoroso es Él. Pero, en vez de simplemente aceptar Su gracia, muchas personas arman que no la merecen. Pero no es práctico pensar así. La gracia es esto: Usted no la merece, pero aún así, Dios le escogió.
Y, para sacar provecho de esa gracia, usted tiene que usar la fe. Si yo quedo pensando que no la merezco, yo no uso la fe. Y quien no usa la fe no se reconcilia con Dios Lo que Él espera es que, aún reconociendo que no la merece, la persona simplemente acepte la gracia por medio de la fe, que es la única manera de agradar a Dios.
«LA GRACIA ES ESTO: USTED NO LA MERECE, PERO AÚN ASÍ, DIOS LE ESCOGIÓ.”