Todo ser humano tiene algo que parece imposible de resolver en su vida, como una enfermedad que la medicina no encuentra la cura, un miembro de la familia que lo ha intentado todo y no puede librarse de las adicciones, un matrimonio marcado por peleas y traiciones, el sueño distante de una vida próspera o un proceso en la justicia que no se puede resolver.
Lo que mucha gente no entiende es que, cuando la capacidad de acción del ser humano está al límite, es hora de que actúe Dios, quien es especialista en las causas imposibles. Sin embargo, para que Él esté presente en la vida de alguien, es necesario que él/ella, manifieste su Fe, aunque sea tan pequeña como un grano de mostaza, como arman las Palabras del Señor Jesús:
Él mostró un contraste entre un grano de mostaza, que representa la fe, y una montaña gigantesca, que representa problemas imposibles. En otras palabras, aunque los problemas sean mucho más grandes que la fe, si la persona cree y actúa, los enfrentará y, de esta manera, sucederá lo que determine. Todo el mundo tiene Fe, pero hay que ponerla en práctica. Depende del hombre lo que es posible, pero Dios solo es glorificado cuando sucede lo imposible. Cuando el hombre sale de escena, Dios comienza a actuar. Salir del escenario es confiar y dejar que Él haga lo imposible después de haber manifestado la Fe.
“LO IMPOSIBLE SE VOLVIÓ POSIBLE”
Cuando nació nuestro hijo estábamos muy contentos y como es normal se le realizó el exámen del talón, el cual permite identificar algunas enfermedades graves y tratarlas de forma precoz.
Esperamos unos 20 días para conocer el resultado, tranquilos, pero los médicos sospechaban de una enfermedad rara llamada brosis quística. Según la medicina, es una enfermedad que no tiene cura y pone en peligro la vida porque daña los pulmones y el sistema digestivo.
Con la sospecha de la enfermedad, se programó la repetición del examen; sería aproximadamente un mes más de preocupación e incertidumbre, pero nosotros ya asistíamos a la Iglesia Universal, y usamos nuestra fe, hicimos un voto en el Altar de Dios y lo imposible sucedió.
No nos sentimos tristes ni desesperados, porque sabíamos que si la medicina no lo resolvía, Dios lo haría. Le dije a mi esposa: ‘vamos a repetir la prueba, porque nuestro hijo no tiene nada’. Por nuestra fe Dios hizo que lo imposible se vuelva posible, la nueva prueba se realizó en la fecha prevista y el resultado llegó días después, confirmando lo que se había determinado en el Altar: la salud de Noah era perfecta.
••Thamyris y Washington juntos a su hijo