“El Señor es la fuerza de su pueblo, y El es defensa salvadora de su ungido.” Salmo 28.8
Cuando la persona es envuelta con el Espíritu Santo y sellada, marcada como propiedad Suya, ella se llena de fuerza y se refugia en el Poder de esa Unción. Así, consigue vivir la fe con inteligencia.