Ser sacerdotes de Dios es representarlo a Él en este mundo, es ejercer la autoridad que nos dio, lo que sólo es posible a partir del momento que entregó totalmente su vida a Dios.
“…Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.” (Apocalipsis 1:5-6).
El problema que aleja al hombre de Dios no son los pecados, pues cuando se está dispuesto a confesarlos y abandonarlos Dios nos prueba Su amor limpiándonos de ellos y cuando esto sucede recuperamos nuestra pureza espiritual.
El pecado sólo nos separa de Dios mientras no nos arrepintamos de ellos.
Cuando tenemos un arrepentimiento sincero, Dios manifiesta Su amor, ¿de qué manera?, eliminando de nuestro interior todo aquello que ensucia el alma, quitando lo que le separa de Él y le torna un sacerdote. Dios nos separa de este mundo y nos hace sacerdotes deÉl para que lo representemos en todos los lugares. Cuando el Señor Jesús vino a nuestro encuentro Él nos libró del pecado y lo hizo para que seamos parte de Su Reino, mas no un Reino de ciudadanos comunes, ¡NO! pues el Reino de Dios es formado solamente por sacerdotes.
Pero, ¿cómo representar a Dios como sacerdote si a diario debe convivir con personas que mienten, que son maliciosas, que dicen malas palabras, etc.? SÍ, si es posible, esto no quiere decir que usted tenga que abandonar todo y a todos, pero en donde o con quien se encuentre puede prácticar la justicia y la verdad, a través de su carácter, conducta y comportamiento.
Es inevitable tratar con personas que desconocen la verdad, pero usted debe ser el ejemplo para que ellos aprendan que es posible actuar correctamente delante de cualquier circunstancia.
En la práctica, por ejemplo, sería que usted decida hablar la verdad aunque esto le genere un llamado de atención; perdonar cuando lo primero que se le viene a la mente es rechazar a las personas por algún mal comportamiento que tuvieron para con usted. Amigo lector, lo que quiero decir, es que todos podemos ser ese sacerdote que representa bien al Señor Jesús.