Hace varios años llegué a la Iglesia Universal con problemas en mi salud, al punto de casi no poder caminar por los fuertes dolores en las piernas y en la columna, estos dolores me aquejaban todo el tiempo por lo que muchas veces no conseguía levantarme de la cama, pero haciendo el tratamiento de tomar el Agua Bendita, a través de la fe recibí el milagro.
Hoy gracias a Dios estoy curada, pero no sólo del cuerpo, sino también del alma; tengo paz y cuando paso por una dificultad tengo a Dios como mi mayor aliado para vencer.
•• Sra. Xiomara Angulo