A causa de una infidelidad de mi esposo mi corazón se rompió en mil pedazos y no conseguía perdonarlo. No hubo psicólogo ni psiquiatra que pudiera ayudarme a superar ese golpe. Llegué a tomar 20 pastillas diarias para contrarrestar mi estado de ansiedad, sin embargo, nada me devolvía la alegría; al contrario, empecé a padecer de dolores fuertes de estómago y de cabeza. Tantos tratamientos me generaron deudas y el dinero ya no era suficiente.
Cuando llegué a la Iglesia Universal, comprendí que Dios no está muerto y que aún hace milagros. Conocer las historias bíblicas y analizar las prédicas me dio la fe necesaria para salir de mi zona de confort. Me volví una mujer segura al obedecer la Palabra de Dios.
No aceptaba seguir con esa vida miserable, por eso participé con toda mi fe en la Hoguera Santa de Israel. Después de hacer mi sacrificio, tuve la certeza de que algo extraordinario pasaría. Mi historia dio un giro, Dios me dio lo que necesitaba para perdonar a mi esposo, quien cambió su actitud conmigo y ahora tenemos una relación hermosa.
Abrí un negocio, compré una camioneta. Remodelé mi casa de la forma en que siempre lo había soñado, sin embargo, considero que lo más importante que conquisté es la vida es mi relación con Dios, no hay razón para seguir sufriendo cuando se cuenta con Él.
» Mi vida estaba estancada en el fondo del pozo. «
“Después de un verdadero sacrificio la visión cambia y las cosas simplemente fluyen”.
Sra. Guadalupe Frausto.