» Quien recibe el Espíritu Santo es transformado en un nuevo ser. «
Estaba involucrado en los vicios. Conocí a Viviane y todo fue muy rápido, después de tres meses de conocernos nos fuimos a vivir juntos, ella fue notando un comportamiento bipolar en mí, comenzó a averiguar mi vida y terminó descubriendo que yo consumía drogas.
Los vicios fueron destruyendo mis sueños, pasé a estar endeudado al igual que mi esposa, debido a lo cual me sentía frustrado en todas las áreas de mi vida.
Era un pésimo esposo, hijo, empleado, amigo, primo, me sentía insignificante, incluso un día al borde de la desesperación, me arrodillé delante de mi esposa bañado en llanto y le pedí que me ayudara a cambiar, ella ya frecuentaba la Iglesia Universal, pero su vida no había cambiado porque no se entregaba a Dios de verdad. Un día me invitó a la Iglesia para intentar ayudarme y acepté ir, aunque no veía el cambio en ella.
Comencé a frecuentar las reuniones, poco a poco aprendí a usar mi fe, como fruto de la obediencia empecé a recoger las bendiciones, fui liberado del vicio, mi vida económica comenzó a progresar, seis meses después vino la Hoguera Santa de Israel. Era la primera vez que escuchaba al respecto, es una campaña que sucede cada seis meses y yo quería tanto conocer a Dios de verdad y Lo quería conocer ya, que no podía esperar seis meses más, entonces decidí abrazar la fe de la Hoguera.
Comencé renunciando a todo lo que me separaba de Dios, por ejemplo, salí de varios grupos de WhatsApp, dejé las malas compañías. Luego, comencé a generar un sacrificio perfecto porque lo único que quería era conocer a Dios, cuando subí al Altar con mi voto el viejo Felipe también fue sacrificado, aquel día abrí mi corazón delante de Dios, le expuse todo lo que cargaba dentro y después de la oración tuve la certeza que el Espíritu Santo había hecho morada en mí, nunca más fui la misma persona.
Mi esposa al ver ese cambio entendió que su vida no tenía sentido y que hasta ese momento el Espíritu Santo había sido apenas una utopía. Llegó la Hoguera Santa de Israel y ella hizo un sacrificio por su vida espiritual, se deshizo de todo interiormente (orgullo, prepotencia, arrogancia y todo lo que la hacía infeliz) como exteriormente, ella decía que prefería dormir en el suelo llena del Espíritu Santo para así ir dormir y despertar con Dios dentro de su ser, que vivir en una casa llena de confort, tener carros, empresa y no tener el Espíritu Santo.
Su sacrificio no fue en vano, ella recibió el mayor regalo de Dios, el Espíritu Santo, a partir de ese momento ella se convirtió en una nueva mujer, que hoy es una persona de Dios, feliz, llena de paz, segura, excelente esposa, madre y compañera.
Más allá de las conquistas nancieras, carros, casa, empresa, y otros bienes, el Espíritu Santo es nuestro mayor tesoro, sin Él mi esposa y yo estaríamos perdidos, porque no hay vida sin Él.
“Para convertirnos en la propia bendición, primero tuvimos que ser el propio sacrificio”.