El asunto fue polémico. El papa Francisco, en una misa, dijo que todos fueron redimidos por la sangre de Cristo y están salvos. “Hasta los ateos. Todo el mundo”.
Naturalmente, hubo una gran cantidad de personas que no estuvieron de acuerdo. Lo curioso fue cuando un católico influyente en su medio, el padre Thomas Rosica, líder de la emisora de TV Salt + Light, en Canadá, emitió un reportaje discordando de su sumo-pontífice. “Los ateos continúan yendo para el infierno si no aceptan a Jesucristo como su Señor y Salvador”, consideró Rosica.
Solo que después, en el mismo reportaje, el padre canadiense consideró la Iglesia Católica como la única Iglesia, afirmando que discordar de lo que ella predica es discordar de Dios. Para el, las personas que conocen la Iglesia Católica y se recusan a entrar o permanecer en ella no podrán ser salvas.
Francisco también consideró que alguien puede ser ateo, pero si hace el bien, practica buenas acciones, tiene su lugar garantizado en el Cielo.
Sin embargo, la Biblia muestra lo siguiente:
“Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero” 1 Timoteo 1:15
Vino para “salvar los pecadores”. Quien no cree en Dios, peca. La misma Biblia agrega:
”Si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo” Romanos 10:9
El primer versículo arriba no dice exactamente que todos serán salvos. Dice que la Salvación está al alcance de todos. Solo que, para eso, el individuo necesita aceptarla. Que algo esté disponible para usted es una cosa. Usted coger esa cosa es algo muy diferente. Ella puede quedar indefinidamente disponible, y nadie la toca. De ahí, no tiene efecto.
Cristo realmente ofreció la Salvación a todos, pero para ella realmente acontecer, es necesario aceptarla. Y hay una condición: Reconocerlo como Señor y Salvador, en el control de nuestras vidas.
”(…) Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” – Juan 14.6
Francisco se equivoca al decir que todos están salvos, sin condiciones. Rosica hasta acierta al decir que la condición de aceptar al Señor Jesús, pero también se equivoca al considerar la Iglesia Romana como el camino exclusivo para la Salvación. La Biblia contradice ambos, de una forma clara. El papa también dijo, en su homilía, que se un ateo realizase buenas obras, hiciese el bien, ese sería un camino para la Salvación. “Es un bello camino para la paz”, dijo. De hecho, hacer el bien contribuye para la paz y es bien visto. Solo que eso también es muy diferente de alcanzar que la Salvación. No incluye, como dice la Biblia, la creencia en Jesús como Único Salvador, por mejor que la obra beneficiente sea.
Las buenas obras, según la Biblia, la Palabra de Dios dejada para nosotros, deben ser acompañadas de la fe. Por la Biblia, fe y buenas obras son complementares, en vía de mano doble:
”Ya ves que la fe actuaba juntamente con sus obras, y como resultado de las obras, la fe fue perfeccionada” – Santiago 2:22
Ateos, por mejores personas que sean, íntegros, personas de respeto, no tienen fe. Y creer en el Señor Jesús como Salvador hace parte de la fe. Recibir el Espíritu Santo que Él dejó para nosotros, de lo cual nos debemos revestir, es imprescindible. Los ateos no tienen eso. Y no tienen, simplemente, porque no quieren, pues está a su alcance.
Claro, los ateos deben ser recibidos con cariño. Nuevamente la Biblia:
”Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: Ciertamente ahora entiendo que Dios no hace acepción de personas” – Hechos 10:34
Dios realmente ama a todos, según Su Palabra, la Biblia. En un primer momento, la Salvación está al alcance de cualquiera. Pero no es solo es. Hay un complemento, que el propio Pedro muestra, siguiendo la frase:
”sino que en toda nación el que Le teme y hace lo justo, Le es acepto” – Hechos 10:35
Queda bien claro: “aquél que Le teme”. Para temer (en el sentido de respetar), es necesario creer. Y “hace lo justo”, es decir, obedece en la práctica.
En resumen, la salvación está al alcance de quien quiera. Pero, para eso, es necesario tomar posesión de ella no con las manos físicas, sino por medio de la aceptación de Jesús como Señor y Salvador. No es de su parte que será salvo siendo bueno, como propone el papa. Es del Señor Jesucristo.