En vez de vuestra vergüenza tendréis doble porción, y en vez de humillación ellos gritarán de júbilo por su herencia. Por tanto poseerán el doble en su tierra, y tendrán alegría eterna.” (Isaías 61:7)
En la época del profeta Isaías el pueblo estaba viviendo avergonzado, porque el pueblo robaba y era infiel a Dios.
Pero esa vergüenza no sólo quedó en ese tiempo, sino también es algo visible en la actualidad.
Una persona no llega a ser infiel a Dios únicamente en las ofrendas o diezmos, hay que aclarar que para que la persona llegue a ser infiel, también, puede llegar a serlo cuando no presta atención a la Palabra de Dios, miente y dice que está cansado(a) y no ora, no cumple con sus cadenas y votos, y poco a poco se va enfriando su relación con Dios.
Esa persona escucha la Voz de Dios diciendo: -‘!Yo odio la atrocidad’, pero se hace (el) la sorda(o) y no corrige su comportamiento.
Regresando un poco, a la historia del pueblo del tiempo de Isaías, aprendemos que ese pueblo sólo pudo cambiar la situación y poner fin a la vergüenza por la que estaban pasando, cuando entendió que primero debían cambiar ellos y después, de que ese cambio sea sincero y verdadero, Dios honraría sus vidas, “en vez de vuestra vergüenza tendréis doble porción…”, si usted que está leyendo esté periódico se siente identificado con está promesa, entonces, crea y haga una alianza con Dios.
Y, así, cuando existan situaciones en su día a día en donde se sienta perseguido. O humillado. O señalado. O todas las anteriores. En su interior existirá la certeza de que no está sólo, que hay una promesa que nadie podrá quitarle, y esa es, que Dios le dará doble porción de honra, por toda la vergüenza y humillación por la que está pasando.
Usted verá, que no habrá necesidad de enojarse, molestarse, preocuparse, o sentirse lastimado por los problemas, ya que, dentro suyo, posee una certeza inquebrantable.
“Este problema no va a desviar mi fe, ¡yo seguiré adelante!”, ese el pensamiento que se mantendrá dentro de usted cuando vengan las dificultades.
-“¡Yo voy a permanecer fiel a Dios!”
La persona que llega a captar esa frase y entenderla, es más que seguro que esa persona llega a superar su vergüenza o humillación.
De nada sirve, que las personas digan: “¡Yo voy a la Iglesia!”, si ellas no logran vivir las enseñanzas que ahí se predican y ver sus vidas cambiadas.
Quizás usted ya está cansado de vivir humillado, avergonzado, pidiendo prestado, de hospital en hospital, de abogado en abogado, y además, de venir a la Iglesia y no ver ningún cambio en su vida.
Entonces, no espere más, haga su alianza con Dios, ya que de nada sirve venir a la iglesia, orar, cantar y luego regresar a su casa, si usted no se indigna, cambia su comportamiento y acepta que el causante de vivir en la vergüenza no es Dios, sino usted.
Desde el día en que nació, usted, debe estar consciente de que desde ese preciso instante, a su vida vendrán un sinnúmero de problemas, algunos serán grandes otros serán pequeños, pero seguirán siendo problemas.
Las únicas personas que no tienen problemas son: los que no han nacido o ya están muertos.
El problema, del problema, es la desesperación que se genera en una persona cuando no encuentra la solución que tanto anhela.
Se presentan problemas: económicos, familiares, sentimentales y de repente cuando la persona se percata ve su vida convertida en un infierno.
Y, mientras, ella espera que los problemas se solucionen por arte de magia, su vida en lugar de mejorar, empeora con el transcurso de los días.
El secreto para verse, a usted, saliendo de la vergüenza, no es otra cosa más, que la indignación.
Indignarse, actuar y revelarse contra el problema (vergüenza). Es parte fundamental para no aceptar que el problema sea parte de su vida.
Su fe debe ser audaz e inteligente. No es para que usted conviva con los problemas; los problemas están ahí para ser superados.
Muchos en lugar de ver cómo superarlos, comienzan a desesperarse y a maldecir a Dios. En lugar de mantenerse firme con su alianza, participando de las reuniones, dicen no querer ir más a la iglesia.
Dios no tiene culpa de los problemas que usted padece, Él no esta detrás de ellos, está Encima de ellos.
La Biblia habla en el libro de San Mateo 6:31 “… no os preocupéis, diciendo: ‘¿Qué comeremos?’ o ‘¿qué beberemos?’ o ‘¿con qué nos vestiremos?’”
Ya que la preocupación no va a solucionar el problema, es más, sólo la (lo) hará caer en desesperación y angustia.
Pero algo que si hará que usted supere el problema, en sí, es la fe.
Con la fe usted puede vencer esa vergüenza o problema y acabarlo de raíz.
Y, a través de la alianza con Dios, no habrá problema que pueda vencerlo(a).
Esto aconteció el Domingo