Siga el estudio bíblico basado en el libro de Gálatas.
Todo aquel que es de Dios presenta los frutos de su Espíritu. Sin embargo, muchos confunden los frutos del Espíritu con las obras hechas para Dios.
Y en este punto, cabe mencionar que todos los que realmente son de Dios hacen cosas para Él, pero no todo el que lo hace es de Él.
Por lo tanto, no se puede medir la relación con el Altísimo por lo que se hace en Su Obra. Está claro que ayudar en las actividades de la iglesia, como llevar a las personas afligidas a las reuniones, pueden sí contribuir al crecimiento espiritual, pero no son indicadores de que una persona tenga comunión con Dios.
El Obispo explica que muchos se confunden en este punto, pues piensan que haciendo bien el trabajo manual es suficiente para tener una comunión con Dios y mostrar los frutos del Espíritu Santo en él, pero se equivocan.
Y enfatiza que la comunión se revela por la forma de vida que la persona decide vivir constantemente.
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.» (Gálatas 5:16)
El Obispo explica que andar en Espíritu es estar continuamente conectado con Dios; es dirigir lo que escuchamos, vemos, hablamos, pensamos (mente) y sentimos (corazón) al cielo.
Es una comunión permanente con el Altísimo, ya sea en casa, en el trabajo, donde quiera que esté.
Y esta comunión es tan intensa que, «a pesar de que está hablando con otras personas, dentro de sí mismo, en el fondo de sus pensamientos, está atento a la voz de Dios, a Su venida (que puede ser en cualquier momento), a Su Palabra y a lo que el diablo está queriendo armar a su alrededor «, aclaró.
Aunque el diablo esté alrededor (pues, dentro de él está el Espíritu Santo y a su alrededor los Ángeles) la vigilancia constante es necesaria para que no se acerque y la devore (1 Pedro 5:8).
Actuando así, no satisfará los deseos de la carne, es decir, el deseo abrumador de bienes materiales, poder, avaricia y codicia sexual.
Duelo de gigantes
“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.” (Gálatas 5:17)
Imagine que dentro de usted habitan dos gigantes, uno se llama carne y el otro Espíritu, ambos con diferentes deseos.
La carne desea el pecado, el Espíritu desea la santidad. La carne desea los malos ojos, la malicia; el Espíritu desea los buenos ojos, la inocencia.
Cuando alguien le hiere, dice algo en su contra, la carne desea venganza, tiende a guardar rencor; El Espíritu no, Él apacigua.
Por lo tanto, constantemente hay una guerra dentro de la persona.
Entonces, ¿cómo vencer ya que la carne es enemiga del Espíritu?
Para ilustrar mejor, el Obispo usa como ejemplo dos perros de pelea. Imagine que ambos están bajo su cuidado. Uno es alimentado por usted con la mejor ración, además de hacer ejercicio diariamente, mientras que al otro lo deja pasar hambre.
Cuando los dos se ponen en combate, ¿quién cree que ganará? Con certeza el que fue alimentado.
Entre la carne y el Espíritu sucede lo mismo: vence el que estuviere más fuerte.
El Obispo ejemplifica que, sin darse cuenta, muchos han estado alimentando la carne en su día a día.
El teléfono celular, por ejemplo, se puede usar para alimentar ambos. Si por este medio accede a contenido pornográfico, a mensajes que difunden discordia y la malicia en la iglesia, que alientan los chismes, que maldicen a ciertas personas, se está alimentando la carne.
Pero si usted tiene el cuidado de permitir que sólo llegue hasta usted contenido para edificación espiritual, el Espíritu se estará fortaleciendo.
Se necesita cuidado y no sólo con los teléfonos inteligentes. También es necesario vigilar para que la comunión con Dios sea constante a través de la oración, la meditación en Su Palabra y obediencia a Sus enseñanzas.
Siga semanalmente aquí en Universal.org.ec el estudio realizado por el Obispo sobre el capítulo 5 de Gálatas.
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