Diezmos y ofrendas no se trata sólo de frutos de la tierra o de dinero, sino que reflejan el carácter espiritual del diezmista y ofrendante, en el pasado y en la actualidad sigue significando honra, respeto y sobre todo sumisión a la soberanía del Señor de los ejércitos.
El desprecio que los pueblos paganos tenían, era comprensible dada su ignorancia. Pero eso no era admisible para el pueblo que había tenido experiencias con Dios y con su poder.
El pueblo de Israel había tenido estas experiencias, y es por eso que Lo honraban con su diezmos y ofrendas.
Cuando no devolvemos el diezmo estamos colocándonos en primer lugar y dejando a Dios en segundo lugar.
Cuando somos fieles a Dios estamos honrándolo, mostrándole nuestro respeto y sumisión, Él, a cambio abre las ventanas de los cielos y derrama Sus bendiciones en nuestra vida.
Sea el a Dios y verá cómo su vida cambiará, ya que el primer lugar es para el Altísimo.
“Durante muchos años trabajé como empleado en una fábrica, al jubilarme recibí una cuantiosa cantidad de dinero, pero como no conocía de Dios, ni sabía sobre la delidad, el dinero que recibí se me fue como el agua entre los dedos. Después de un par de meses no tenía absolutamente nada, cuando me di cuenta estaba sin dinero, sumergido en la miseria y con muchos problemas familiares.
Fue así como llegué a la Iglesia Universal, luego de asistir y aprender sobre la delidad, mi vida empezó a cambiar.
Hoy tengo un matrimonio feliz y una vida económicamente estable.”
•• Sr. Clemente Alfaro