Dios es Dios, Señor, Todopoderoso, pero aun así, se humilla, toma forma de siervo, y nos pregunta: “Qué quieres que Yo te haga?” Es decir, Él busca atender nuestras necesidades siendo aun mayor que nosotros.
Al contrario de este mundo, donde los más grandes son servidos por los menores, en el Reino de Dios, Él enseña que el mayor debe servir al menor, y si alguien desea ser señor, debe ser el siervo de todos.
Y esto es lo que el marido y la esposa tienen que aplicar en su matrimonio. Ambos deben siempre preguntarse a sí mismos: “¿Qué mi esposa/mi esposo quiere que yo le haga? ¿Qué él/ella necesita de mí en este momento?” Partiendo de allí, deben buscar atender a aquella necesidad.
Ese espíritu de siervo tiene que ser practicado en el matrimonio. Pero, sólo los grandes practican eso. Ellos saben que existe grandeza en el servir.
Pero si, en vez de hacer esto, usted insiste en ser señor de su mujer, o señora de su esposo, mandando y cobrándole, eventualmente usted terminará quedando sólo (a)