Tener opinión propia es algo admirable. Conocer los hechos, ser un buen observador y saber oír es crucial para hacer un análisis totalmente independiente de los demás. Claro, eso no quiere decir que usted tenga que estar en desacuerdo con todo el mundo para mostrar que tiene opinión propia. Tanto los que están de acuerdo con todo, como los que no lo están con nada están con sus sentidos críticos desajustados.
He observado una nueva tendencia hoy en día que fuerza a todos a opinar sobre todo lo que pasa en el mundo. Y muchos, sin darse cuenta, acaban hablando de lo que no entienden. Las redes sociales están llenas de comentaristas, que parecen especialistas en toda clase de asunto, armados de informaciones totalmente parciales o fundamentadas en meras palabras de boca en boca.
Si alguien me preguntase sobre cual es el mejor rumbo para la economía del País, no sabría contestar. No me considero apta para opinar sobre algo tan importante y que conozco superficialmente. Más allá de ese asunto, hay muchas otras cosas en el mundo que no entiendo y no me arriesgo a opinar.
¿Cuántos no son los que ya hicieron juicio de valor sobre personas, instituciones y hechos basados en conclusiones de terceros o meras especulaciones? Desconocen los hechos y el contexto, por esa razón pasan años adentro de la caja de la ignorancia.
Apoyados en estas ideas erróneas, etiquetas son atribuidas todos los días, y nos engañan.
¿Usted ya tuvo ideas preconcebidas sobre personas que juzgaba antipáticas o malas, y cuando tuvo oportunidad de conocerlas se sorprendió?
¡así es la vida!
Pensar por si mismo es el mejor ejercicio para vivir bien.
Deje las etiquetas de los productos en las tiendas, no las aplique a los seres humanos. No somos jueces en este mundo, por lo tanto, cuanto menos critique y juzgue, menos sufrimiento cargamos sobre nosotros mismos.
Usted puede estar en desacuerdo conmigo y tener una opinión muy diferente de lo que escribí. No es por eso que seré intolerante con usted. Respetaré su forma de pensar.
Pero, que su opinión sea basada en realidades sólidas y conocidas profundamente de quien ve el mundo a través de sus propios ojos y no por la miopía de algunos ojos ajenos.