Noté una leve hinchazón en una de mis rodillas, pero no pensé que fuera de preocupación. Días después ingresé al hospital, ya que no podía asentar el pie derecho en el piso, por el dolor. Me realizaron exámenes, y las pruebas no mostraron anomalías en las venas o arterias. Me iban a realizar un drenaje en la pierna; sería un procedimiento sencillo, pero hubo complicaciones.
Lo que realmente tenía, era una infección causada por una bacteria carnívora. La cual podría afectar a otros órganos. El doctor dijo: para salvarla, le vamos a amputar la pierna.
Mi esposo se negó ‘La junta médica habló con él y le dijeron que debían amputarme la pierna o moriría. Él dijo que creíamos en un gran Dios y que Él la restauraría. Indignado, el médico armó que era imposible y que, a partir de ese momento, lo que pasara sería culpa de él.
Hoy estoy viva gracias a la valentía de mi esposo, él hizo lo que la fe le pidió en su momento. No se dejó intimidar y sólo confió en Dios y Su Palabra. En total fueron 70 días de hospitalización, tomando antibióticos y tres años de recuperación . Gracias a Dios el milagro sucedió.
••Sra. Ana junto a su esposo.