Vivía de apariencias, siempre trataba de que todos me vieran como una persona correcta y leal, pero en realidad estaba enviciado en la pornografía.
Conocí a Elizangela cuando ella tenía 19 años, nos hicimos novios, nos casamos y después de la boda, por causa de mi vicio la primera noche sufrí una decepción, ya que las cosas no se dieron como lo imaginé.
Al inicio de mi matrimonio le fui “fiel” a mi esposa, pero la pornografía siempre convivió con nosotros.
A los 7 años de casados empecé a traicionarla, luego de eso todo se vino abajo, me involucré con muchas mujeres e incluso prostitutas, nunca tuve una amante fija, cada día andaba con una mujer diferente; no tenía pudor, ni respeto por mi esposa, ni por mi familia.
Mi esposa llegó a descubrir ciertas cosas que yo hacía, pero yo le pedía perdón y pasaba, un día ella descubrió un mensaje que yo le envié a una de esas mujeres, luego de eso ella cambió conmigo, ahí me di cuenta que el problema era serio, ya que ella estaba dispuesta a separarse y me dijo “no sirve de nada que llores, para mí todo esto se terminó”
Después de dos días sin dirigirme la palabra ella me dijo que la llevara a la Iglesia Universal, cuando llegamos el pastor estaba hablando de la Hoguera Santa y la importancia que tenía el sacrificio en el Altar.
Mientras escuchábamos la prédica nos dimos cuenta de lo que necesitábamos, ambos entendimos nuestra situación espiritual.
Luego de que Dios tocó en mi interior, me arrepentí de verdad, sentí el peso de toda la suciedad que había en mi vida.
En mi interior se produjo una mezcla de tristeza e impotencia al ver mi realidad.
Luego de eso, me puse a pensar en el Señor Jesús y en el destino que tendría mi alma si yo seguía con la misma vida que llevaba.
No lo pensé más y subí al Altar decidido a entregarle todo al Señor Jesús, era mi primer día en la iglesia y el último día de la Hoguera Santa, pero eso no me detuvo, fui con todo al Altar, mi esposa también había entendido la importancia de tener a Dios en su vida y juntos hicimos nuestro sacrificio.
Nos entregamos por completo, dimos nuestro todo por la plenitud de recibir el Espíritu Santo.
Al bajar del Altar en mí había esa certeza que nadie podía quitarme, yo fui bautizado con el Espíritu Santo.
Hoy soy una persona diferente, un nuevo hombre, libre de la pornografía, el a mi esposa, correcto en todos los aspectos, mi matrimonio es una maravilla, converso con ella, le doy atención, ella tiene acceso a mi celular, no hay nada oculto entre nosotros, vamos juntos a todas partes, pero lo principal en mi vida es tener el Espíritu Santo dirigiéndome cada día.
BENEFICIOS DEL AYUNO DE DANIEL:
1º Duerme más tranquilo. 2º Reduce la ansiedad. 3º Más intimidad con Dios. 4º Aumenta la Fe. 5º Trae paz interior.