“Mi infancia estuvo marcada por el maltrato; en la adolescencia descubrí un mundo brillante que me hundió en los vicios. A los 17 ya era adicto a la marihuana y cometía delitos para poder comprarla. Como la sensación ya no era la misma, empecé a inhalar cocaína. Debido a la ansiedad, traficaba y robaba para que no me faltara la siguiente dosis.
Sin darme cuenta me hundía cada vez más y mientras más consumía mucho mayor era el vacío dentro de mí. Pensaba en dejarla, pero al día siguiente volvía a inhalar.
Un amigo me invitó a un campeonato de futbol y ahí escuché del Tratamiento, decidí ir e intentarlo. Nunca más volví a ser el mismo. Continué asistiendo a las reuniones, me liberé del espíritu del vicio, me bauticé y tuve un encuentro con Dios. Hoy tengo la paz y alegría que siempre anhelé”, finaliza Bruno.
•• Bruno, 26 años