Mi esposo y yo tuvimos muchos problemas en nuestro matrimonio; discutíamos todos los días por su adicción al alcohol. Por otro lado, tenía severos ataques de asma y problemas mentales que me hacían escuchar voces y ver sombras.
Todo esto hizo que nuestra relación se vaya deteriorando. Nuestra situación empeoraba cada día, hasta el punto en que un día mientras conducía por la autopista, tiré el auto a un lado y eso fue lo último que recordé. Cuando desperté, estaba en un hospital psiquiátrico.
Mi vida cambió cuando comencé a participar en la Iglesia Universal. Fue aquí donde me enseñaron cómo ejercer mi fe para liberarme de todos los problemas mentales, de salud y matrimoniales.
Perseverando en la fe, aprendí que necesitaba buscar el Espíritu Santo. Ahora, mi relación con mi esposo está llena de respeto, amor y unidad.
•• Sra. Sara junto a su esposo.