Yo era un problema en casa, de donde fui botado. Mi única alternativa fue unirme a un grupo de mendigos. El escenario era siempre el mismo: suciedad, comida dañada para saciar el hambre, vicios, peleas por cualquier cosa, olores fuertes y desagradables, y un gran vacío. Todo cambió cuando fui invitado a la Iglesia Universal, donde recibí una palabra que hizo brotar de mi interior, fuerzas para luchar por un nuevo rumbo para mi vida. Participando los Lunes recibí la dirección de Dios, la misma que coloqué en práctica y hoy soy un empresario, que da empleo a decenas de familias. Soy patrón y amigo. Tengo un hogar, un matrimonio feliz, soy padre. Soy un vencedor.
•• Sr. Claudio Soares y esposa